Mundo de ficçãoIniciar sessão—¿Padre…? —dijo Salvador con desconcierto.
El señor Meyer ingresó a la casa sin esperar invitación. Salvador no tuvo más remedio que cerrar la puerta detrás de él. Realmente le sorprendía verlo allí: su padre no era alguien que soliera visitarlo, mucho menos por motivos personales. Si aparecía, era porque algo importante o problemático se avecinaba.El hombre avanzó por la sala, observando cada rincón con mirada minuciosa, como si buscara pistas ocultas.—No imaginaba que vendrías a visitarme —comentó Salvador, intentando sonar casual.—¿Acaso hay algo de malo en eso? —preguntó el progenitor, girándose para mirarlo con expresión inquisitiva.—No, claro que no —respondió Salvador—. No tiene nada de malo. Sin embargo, nuestra última conversación… no fue precisamente agradable.—Tuve razones suficientes para decir lo que dije, Salvador, y tú bien lo sabes —replicó el señor Meyer con firmeza—. Me mantendré en esa postura mientras no






