-¿Eso quieres, Raquel? Yo creo que estás muy agradecida de que te llevara a casa anoche y parecía que también te gustó tu cena -hizo una pausa durante unos segundos-. Me diste las gracias -más silencio-. En tu estado nunca hubieras llegado a casa a salvo.
¿En serio? Sus palabras me llevaron directamente de vuelta a las abrumadoras emociones que sentí anoche cuando me compró el agua y las aspirinas. Y por mucho odiara admitirlo, él tenía razón.
-Vale.. mira, Elliot, te debo una por llevarme a casa anoche. Fue una buena idea y te agradezco tu ayuda, pero...
-Entonces cena conmigo. Una cena en condiciones, preferiblemente nada que esté envuelto en plástico o en papel de plata..., y por supuesto que no sea en mi coche.
-Oh, no. Perdona, pero no creo que sea buena ide...
-Acabas de decir <
> y eso es lo que quiero: que cenes conmigo. Esta nocheMi corazón latía con más fuerza. No puedo hacer esto. Él me afectaba de una manera realmente ext