Capítulo – A Orillas del Dolor
Punto de vista: Mónica
La noche era tibia en la Manada Fuego de Luna .
El aire no traía olor a peligro. No silbaban los lobos en la frontera. No se oía más que el murmullo suave del río y los grillos tímidos entre los arbustos.
Y sin embargo, Mónica no sentía paz,desde ese día que , supo de la traición de su compañero.
Caminaba descalza, con los pies cansados, como si los años se le hubieran caído encima de golpe.
Y solo tenía 21 años.
Había evitado ir a la arena del duelo.
No necesitaba ver sangre para saber que la justicia, esta vez, se había cumplido.
La loba de Nayara lo había hecho.
La Luna misma, pensaba Mónica, había dictado sentencia a través de ella.
Pero nada de eso curaba su herida.
Cruzó el pequeño puente de madera que unía los márgenes del parque, y se dejó caer en un banco de piedra, justo al lado del río.
Miró la corriente con fuerza correr entre las rocas.
Agua que no se detiene. Agua que sigue su curso… aunque una parte de e