Capitulo 5

Teresa no pudo evitar sentirse un poco triste a medida que el avión fue acercándose a su destino final. Habían sobrevolado Europa, había visto ciudades y pueblos iluminados y montañas nevadas a la luz de la luna. Aquella misma luna se reflejaba en la superficie del mar mientras aterrizaban en el aeropuerto cercano a su destino.

Estaba muy contenta a causa del champán y de la conversación que había mantenido con Eric. Lo cierto era que habían hablado de muchas cosas y Teresa, le habia pedido en un arrebato de locura que la llamara Tessa como le decia su  familia y amistades cercanas algo que Eric habia seguido al pie de la letra creando un sentimiento de cercania, no quería irse a dormir pero la bebida comenzo hacer efecto  en ella haciendo que dormitara el ultimo tramo del viaje .

El avión aterrizó suavemente, Eric miró por la ventanilla para mirar despues a la mujer que aun se mantenia dormida, le asombro que ella le dijera que la tutera habia escuchado a otros miembros del personal llamarla asi pero el nunca se habia atrevido hasta ahora. La toco suabemente por el hombro haciendo que ella abriera los ojos y lo mirara aun media dormida.

—Mi conductor nos está esperando. En diez minutos estaremos en uno de los  hoteles o prefieres alojarte en la Palacio donde siempre me quedo.

Tessa sintió que el terror se apoderaba de ella. 

— ¿Estas hablando de un palacio de verdad, de un palacio en el que vivían un rey y una reina.?

— Tecnicamente es un Palacio de verdad, pero  a escala pequeña asi que no te asustes. Lo compre como inversion queriendo hacerla un pequeño Hotel de Lujo pero al final no pude asi que lo deje para que fuera mi vivienda privada cuando estoy por aqui, y todos le conocen con el palacio asi que ese nombre es el que tiene mi querida morada.

Cuando el piloto les abrió la puerta, Tessa sintió que el corazón comenzaba a

latirle aceleradamente. Eric le hizo un gesto para que pasara primero, así que

Teresa salió de la aeronave.

La recibió una brisa que olía a mar.

—Hogar, dulce hogar —comentó  respirando profundamente—. Cada vez me cuesta más irme de aquí y cada vez que vuelvo me encuentro mejor.

—Supongo que eso es bueno, ya sabes donde sera tu hogar definitivo algun dia ¿verdad?

—¡Dimitri! —saludó Eric a su conductor, que lo esperaba junto a una limusina negra—. Te presento a Teresa, mi mano derecha.

Dimitri la saludó con la cabeza mientras Teresa se daba cuenta de que la presentación que Eric había hecho de ella la había llenado de orgullo. Lo cierto era que no le habría importado ser la mano derecha de un cuerpo tan maravilloso. La limusina los llevó al palacio, donde  dos trabajadores  aparecieron de repente para hacerse cargo de su equipaje. 

 Una muchacha del servicio se acerco cportando una  bandeja, le saludo a ambos con unainclinacion de cabeza y lesetrego los vasos con  agua. El agua estaba deliciosamente dulce y Tessa se bebió el vaso de un trago. Al instante, lamuchacha se lo volvio a llenar.

—Gracias —murmuró Tessa antes de volver a beber.

«Así que así es como vive una persona a la que se lo dan todo hecho», pensó. Se le hacía extraño, pero también era evidente que debía de ser muy fácil acostumbrarse a aquella vida. Tessa intentó no reírse. «Son los nervios», se dijo.

—Voy a acompañarte a Tessa a sus aposentos —declaró Eric.

Teresa sintió que la piel se le ponía de gallina cuando Eric le pasó el brazo por la cintura y se encontró sonrojándose. El suelo estaba cubierto por mosaicos y había columnas de piedra a lo largo de todo el pasillo. Avanzaron en silencio, rodeados por la oscuridad de la noche. Al final de otro pasillo, Eric abrió unas puertas dobles y Teresa se encontró en la habitación más gloriosa que había visto en su vida. En el centro de la estancia había una enorme cama. Desde un punto central deltecho caían cortinas de seda que cubrían la cama, confiriéndole un aire mágico.

—Espero que estés cómoda. Si necesitas cualquier cosa, utiliza la campana —le explicó Eric señalando una diminuta campana dorada que había sobre la mesilla de noche—. O llámame al móvil —añadió bostezando—. Me voy a dormir.

Dicho aquello, cerró la puerta y se fue. Teresa se dio cuenta de repente de que no sabía dónde estaba su equipaje. Entonces, se le ocurrió mirar en el vestidor que había a la derecha y descubrió maravillada que su ropa estaba allí colgada. Se acercó, tomó aire y comprobó que, efectivamente, era su ropa. . Su camisón blanco de algodón parecía el de una doncella de epoca, esta habitacion la dejaba sin aliento, cualquier mujer queria tener una asi. La decoracion era hermosa, delicada y elegante. Ahora que estab sola  miraba todo al detalle entendia la razon por la que Eric se quedo al final con el palacio como su vivienda personal cuando estaba en Europa sencillamente si todo el lugar tenia esta elegancia y magestusidad que era imposible no quedarse para uno. 

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