Punto de vista de Judy
Irene y yo nos quedamos inmóviles, las lecciones de etiqueta dejaron de existir en cuanto ella apareció, toda nuestra atención quedó fijada en Selene Blackwell, elegante en su vestido negro y con ese cabello que caía como una sombra perfecta sobre sus hombros.
Irene reaccionó antes que yo; parpadeó, respiró hondo y se obligó a sonreírle a Selene antes de adelantarse un paso, como si quisiera interponerse entre ella y yo.
—Estábamos en medio de nuestras lecciones de etiqueta —informó, haciendo un esfuerzo por sonar educada, aunque el filo en su voz la delató.
—No deseo interrumpir —contestó Selene con ese tono suave que siempre parecía esconder algo más profundo—. Pensé que quizá podría ofrecerles mi ayuda.
—Creo que lo tenemos bajo control —respondió Irene, sin suavizar su voz ni un ápice—. ¿Hay algo que podamos hacer por usted, señora Blackwell?
—En realidad, vine a hablar con Judy —repitió Selene, buscando mis ojos—. Si me puedes dar unos minutos de su tiempo.