Qué estúpida había sido por confiar en ellos. Una rabia furiosa y un pozo de celos se agitaron en su estómago. Se mordió el labio, conteniendo las lágrimas. Observó como su padre se dio cuenta de lo que estaba pasando y se dirigió hacia ellos como una tormenta, apartando a Ethan de Judy de un jalón y dándole un puñetazo en el estómago.
Irene quería ir hacia Ethan para asegurarse de que estuviera bien, pero no logró obligarse a moverse. Estaba paralizada en su lugar, incapaz de apartar la mirada del hombre del que se había enamorado tan desesperadamente.
Estaba tan absorta mirando a Ethan que apenas se dio cuenta cuando Judy regresó a la casa.
—Irene... —susurró Judy—. No sabía que estabas aquí...
—Eh... hola Judy —dijo Irene con una sonrisa forzada—. Solo estaba buscando a Ethan. ¿Lo has visto?
Judy miró por encima del hombro hacia la puerta y luego se volvió hacia Irene con su propia sonrisa falsa.
—Creo que está hablando con tu padre —dijo, viéndose un poco incómoda—. ¿Todo está bien