Oliver regresó a casa hecho una furia
Se tuvo que escabullir por las escaleras y meterse a la ducha. Necesitaba blanquear sus pensamientos y cavilar con claridad.
Se había vuelto tan loco que, hasta había pensado en ir a buscar a Abigaíl a los restaurantes de sushi de la ciudad y salvarla de esa cita forzosa con Javier.
Pero Javier también era su estudiante. Si hacía algo así, se expondría terriblemente y sus problemas comenzarían.
Simona y sus hijas lo estaban esperando, mientras preparaban la cena.
Por supuesto que su amiga supo que algo más estaba ocurriendo y no dudó en servirle la cena a las niñas y llevarlas a la sala para hablar con él en privado.
Oliver le contó todo lo sucedido en el mercado con Abigaíl. Simona lo escuchó boquiabierta. Rápido sus muecas se convirtieron en preocupación y, aunque verdaderamente estaba preocupada por su amigo, tuvo que reírse fuerte.
Se rio tan escandalosa que las hijas de Oliver estuvieron intrigadas.
—¿Qué es tan gracioso, tía Simona? —preg