GREYSON “Leila, las cosas no son así…” “Ajá, porque yo me chupo el dedo”. Corto la conversación con ella. Aunque quiera, no tengo cómo responderle a lo evidente. Doy un suspiro de alivio al saber que se marchan y Ava se queda de nuevo sola. Winifred no es idiota y ciertamente el olor a sexo era difícil de tapar. A través de la esquina en la ventana la espío. Frunzo el ceño al verla quedarse mirando al suelo, de frente a la puerta; su espalda se ve tan triste. Mis propios remordimientos apretándome el pecho. Ella tuvo una experiencia traumática y yo, en vez de comportarme como un caballero, le hice todas esas indecencias. Debe haberse llevado la peor opinión de mí, maldit4 sea, por eso no quería quedarme anoche. Suspiro y salto del alfeizar antes de seguirlo empeorando o que alguien me vea en estas fachas. Yo, el Alfa de la manada, saliendo a escondidas y en paños menores de la habitación de mi nuera. Cada vez mi vida se vuelve más retorcida.“¡Estas me las p
AVAMi vida es como un cachumbambé de emociones.Miedo, peligro, lujuria, decepción y preocupación.Era como una peli de comedia de bajo presupuesto.Me dejé llevar de nuevo por el deseo que siento por Greyson, hasta casi permitirle follarme, solo para descubrir que me confundía con una amante cualquiera.Por supuesto, mujeres deben sobrarle al poderoso Alfa de Crimson Raven.Lo único que faltó fue que dijera el nombre de su Beta estando en mi cama. Qué humillante.Como si fuese poco, me quedé caliente, sin llegar al orgasmo, y mientras jugábamos a las casitas, Owen casi muere en una encerrona.Salimos de la cabaña de manera apresurada.Permanecí en silencio siguiendo las órdenes de Greyson, sentada donde me indicaron y rezando porque ese spray que me dio la doctora, de verdad me hubiese eliminado el olor del Alfa.Fue vergonzoso, creo que ella intuyó algo, quizás él la envió, no sé…Sin embargo, nadie estaba prestándome atención, los rostros tensos me dijeron que las cosas eran seria
AVAControlando un poco la rabia que me sofocaba, caminé hasta la máquina expendedora de cafés y llené dos vasos desechables; Greyson no había comido nada. Quizás iba directo a otra humillación, pero me quedé de pie afuera de la habitación custodiada por dos guerreros. Tomaba de mi café cuando la puerta corredera se abrió. —¿Cómo está Owen? —me acerqué enseguida al Alfa. —Está estable —me miró con los ojos azules llenos de cansancio. —Toma un poco, no está malo —le ofrecí el otro vaso, había descubierto algunos de sus gustos. Pero Greyson ni siquiera se inmutó, dejándome con la mano extendida. —Claro, lo típico… —murmuré con un suspiro, pero a punto de bajar el café, él lo tomó. —Pasa a verlo un rato, necesito aire, estoy cerca —me dijo y echó a andar por el pasillo. Su ancha espalda se veía… derrotada.Pasé a la habitación, donde el sonido constante de las máquinas me recordaba lo horrible de los hospitales. Mis propios miedos, la imagen de mi madre consumiéndose, inundaron
NARRADORA—¿Por qué no regresarías? Deja de hablar absurdos… Comenzó a dar rodeos y la ira bullía en las venas de Alexander mientras lo observaba. La preocupación lo estaba consumiendo y tenía que fingir que todo estaba bien.Al descubrir la trampa en el hotel, mientras estaban juntos, Owen se quedó atrás para cubrirlo y que él escapara. Era una persona importante, no podían exponer su relación clandestina, al menos no ahora que su hermano buscaba cualquier excusa para sacarlo del medio.Esos viejos arcaicos del Consejo y los Alfas de las manadas lo verían como una aberración si se enteraban de sus “debilidades”. Incluso podría perder la vida.Pero las ganas de ver a su mate lo ahogaban; planificó esa escapada, solo para ser seguido hasta el hotel. ¡Tuvo que ser Leonardo! Esas armas especiales las debió financiar él.—¡Suéltame! —dio un paso atrás cuando Leonardo intentó abrazarlo para fingir frente a su padre. Cada día podía ser menos hipócrita. —Alexander… ¿Ves, papá, que es é
NARRADORA—Explícate —Greyson le ordenó a David, apretando los dientes—. Y por tu bien y el de tu familia, espero que no estés jugando conmigo, mocoso. No te imaginas el tiempo que me puede llevar arrancarte la cabeza.David tembló visiblemente ante el aura del Alfa. La camisa se le pegaba por el sudor que corría en su espalda, pero ya no podía retroceder o estaba muerto.—Ava era la Luna de la manada Colmillo de Acero. Una vez pasé por ahí a visitarla y ella… bueno… estaba desesperada por escapar de su matrimonio infeliz y no sabía cómo… —dijo de manera que insinuaba cosas ocultas. —Admito que Ava es hermosa y trató de “convencerme”, pero nunca fue mi tipo. Me sorprendí al ver que Owen sí cayó en sus redes… —¡Pero qué dices, infeliz! —Ava le gritó indignada.—. ¡Hace años que no te veía! ¡¿Cómo te atreves a insinuar que estaba acostándome con cualquiera para que me sacaran de mi manada?! —Vamos, Av, que siempre fuiste de las fáciles. Estabas buscando a un tipo rico que se hicie
AVAJuro que me temblaba hasta el pensamiento.Con Greyson de pie frente a mí, yo sentada en la cama, mirando a todos lados, menos a sus ojos azules afilados.—Estoy esperando una respuesta, Ava. ¿Por qué dejaste tu otra manada si tenías la posición de Luna? ¿Qué tuvo que ver Owen con tu mate?—Ex compañero —lo rectifiqué, mirándolo finalmente y con la barbilla aún alzada para contener la hemorragia.Mi voz salía nasal de estarme apretando la nariz.—No es tu ex compañero cuando aún llevas su marca…—¿Qué está insinuando, Alfa Hunter? —me levanté a pesar del mareo.—Siéntate, hablaremos mejor después…—No, hablaremos ahora mismo —di un paso atrás cuando intentó tomarme del brazo para sentarme.—Sí, es cierto que era la Luna. Mis padres me dejaron la manada, pero fui traicionada por el Alfa. Ese cabrón se acostó con la mujer que creía mi hermana —comencé a decirle la verdad. Mi mente era un revoltijo de ideas y mi corazón, lleno de sentimientos convulsos.—¿Él fue quien te engañó? —me
AVA—Señor, me dijo que lo había enviado la Beta Nella. Pensé que era parte de la brigada para reparar el perímetro.—¡Obviamente, ese polizonte te engañó y tomaste decisiones en mi nombre! —el rugido de Nella se escuchó cerca.Llegó impetuosa y enojada. Parecía que algo grande había sucedido.Varios guerreros se reunieron alrededor, el nerviosismo reflejado en sus rostros.—Beta, recuerdo muy bien que traía una carta con su sello…—¡¿Acaso estás insinuando que yo mandé a volar la cabaña para asesinar a un testigo clave?! —los colmillos de la Beta salieron, aplastando al guerrero que le sacaba varias cabezas, pero ella estaba encima en la jerarquía.—¡Ya basta! Todos a mi despacho. Vigilen bien las fronteras. ¡Ese hombre no se pudo haber evaporado en el aire! —Greyson zanjó el asunto entrando a la casa con zancadas poderosas.Su cabeza subió por un segundo y me tensé al ser descubierta, espiándolos detrás de la ventana.Entré a la habitación llena de dudas. Según lo que escuché, pare
AVAIntentando desviarme en el aire, perdí apoyo en la pierna sobre la lona y ya iba rumbo a caerme de culo.Pero Greyson nunca me dejaba caer, no importa si estuviésemos enojados, con desconfianzas y mentiras, él siempre me había sostenido, y esta vez no fue la excepción.Sus brazos fuertes me estrecharon, y me recosté a sus pectorales duros y musculosos, apretando mis manos en su espalda.Recuerdos de esa mañana, cuando lo tenía montado sobre mi cuerpo como un lobo en celo, susurrándome todas esas promesas lascivas al oído, asaltaron mi mente.Debo controlarme, o Greyson me va a oler. Ya mi loba no mira tan asustada a ese enorme Alfa que siempre la observa fijamente, dudando, esperando...—Lo lamento por los malabares — tomé una bocanada de aire fresco, subiendo la cara avergonzada y lista para alejarme.Pero los brazos de Greyson no se separaron de mi cintura, y sus ojos azules me observaban de esa manera intensa y rara que no sé descifrar.Él me envía muchas señales confusas y ya