24. SON COSAS FISIOLÓGICAS
GREYSON
—Ava… Diosa, no sé cómo disculparme por esto… son cosas fisiológicas… o sea, cosas matutinas de hombres, ¿entiendes? —comencé a balbucear como un idiota mientras me levantaba más torpe que un venado recién nacido.
Jaloneando el short para tapar mi polla, que parecía llorar de tanto presemen que seguía soltando.
—¿Siempre te despiertas así con alguna mujer en tu cama? ¿Por eso fuiste directo a follar?
—¡¿Qué?! —me preguntó de sopetón y me puse tan nervioso que mi mano torpe manoteó el jarrón en la mesita y terminó cayendo al suelo, quebrándose en pedazos.
El estruendo resonó en el piso de abajo, pero al fin pude tapar el arma del delito con la ropa.
Me importaba un comino el jarrón roto.
—No… no… — me justifiqué, pero su mirada de asesinato me dijo que estaba molestándose y cómo no… joder, que le acababa de manosear todas las tetas y casi le meto el pene.
Tragué, mirando su silueta bajo la sábana, la pasión prohibida aun latiendo en mis venas… di un paso atrás como electrocutad