Sarah se casó a los diecisiete años con Dmitry Petrov el hijo de un empresario multimillonario, quien la abandonó a su suerte por ser un matrimonio arreglado. Cinco años después Dmitry le pide el divorcio, así que, enfadada por el descaro de su esposo, Sarah tiene un plan, uno que impide que Dmitry se salga con la suya. Finge ser una acompañante de un club lujoso en Bucarest, una con la reputación suficiente para poner a su esposo a su pies, así que lo que comienza siendo un juego de coqueteo y cortejo, termina siendo un juego peligroso en el que hay fuego, pasión y deseo.
Ler maisLa primera vez que Sarah vio a su esposo después de su apresurada boda, fue en un casino en Montecarlo, mientras jugaba a las cartas al mismo tiempo que mantenía en su regazo a una sensual joven. No fue difícil encontrarlo entre la multitud después de ingresar en aquella sala llena de humo de cigarrillos, en donde varios hombres disfrutaban apostar sus fortunas.
Sarah contempló como su esposo, metía sigilosamente la mano entre la abertura de pierna del vestido de la joven pelinegra, aprovechando el tenue humo flotando alrededor. A pesar de la distancia, se podía notar como la tela se movía a causa de sus dedos, los cuales acariciaban su ropa interior, por supuesto, si es que llevaba puesto algo.
Ella sabia que su esposo era un hombre habilidoso y lo admiro por un instante, preguntándose como es que su atención, en realidad, aún seguía en las cartas que sostenía en la otra mano.
Lejos de estar decepcionada o enfadada, Sarah sintió un poco de alivio al ver que su esposo no había cambiado en lo más mínimo aún después de tanto tiempo, seguía siendo el mismo depravado de siempre o al menos eso era lo que los rumores decían de él, pero aquel pensamiento sirvió para recordarle porque estaba ahí contemplando aquella escena lujuriosa, que más que humillarla en realidad la entretenía.
Dmitry era un hombre atractivo, eso sí no lo negaba y al casarse con él, pensó que había tenido suerte de no haber caído en la garras ansiosas de algún viejo degenerado, ya que aquella boda había sido un arreglo de su padre, en primer lugar porque era hija única y no tenía más familia que se hiciera cargo de ella, pero la razón más poderosa que los había obligado a tomar una decisión tan drástica y apresurada, era que su padre estaba en la bancarrota.
El padre de Sarah, buscaba con aquella boda, solucionar sus problemas económicos al vender lo poco que le quedaba al padre de su ahora esposo, quien le había heredado una cuantiosa fortuna a su hijo y entre sus posesiones a Sarah, una vez que se concretó la boda.
Aquel día, Sarah logro verlo fugazmente durante la ceremonia, era un hombre de cabellera oscura y ojos profundos, alto y fornido, un hombre con una presencia inigualable, pero una vez terminada la boda, él desapareció dejándola a su suerte sin lograr consumar el matrimonio y ahora cinco años después él lucia un tanto diferente, quizás más musculoso o tal vez era su cabello el cual se había dejado crecer un poco más desde la última vez que lo había visto, pero sin duda tanto su apariencia como su actitud eran imponentes.
Quizás a una verdadera esposa le hubiese corroído los intestinos sorprender a su esposo en semejantes circunstancias y hubiese armado todo un escándalo para avergonzarlo y exponerlo ante la gente de aquel sitio, pero para Sarah era diferente, verlo en brazos de otra mujer solo confirmo que no sentía absolutamente nada por él, después de todo era un desconocido que solo había visto una vez en su vida, aunque si había un sentimiento hacia él que albergaba en su interior y eso era el rencor y fastidio por todo el camino que había tenido que recorrer para poder encontrarlo, era muy escurridizo.
De pronto, se percató de que la joven había fijado su mirada justo en su dirección, eso la preocupo un poco creyendo que tal vez se había dado cuenta de que había estado observando aquella tremenda travesura que, para nada era infantil, sin embargo; pronto se dio cuenta de que en realidad esa chica solo había buscado desviar su vista en un intento de que los jugadores que estaban sentados a la mesa no vieran sus mejillas enrojecidas y mucho menos que escucharan el gemido que deseaba escapar por sus labios rojos. Sarah tampoco logro escucho, había demasiado ruido de voces, del tintinear de los cubos de hielos sobre los vasos de las bebidas y bastante risas alegres, pero su expresión lo decía todo.
Sarah intuyo que, con la reputación que su esposo tenía, tal vez había logrado llevarla al éxtasis en tan poco tiempo, pero Dmitry, no dejo entre ver nada en su expresión cuando la chica cerro levemente sus piernas, para evitar que él continuara estimulándola.
Había pasado muchas cosas en el tiempo que llevaba aquella partida de naipes, pero no exactamente en el juego, ya que sus acompañantes ni siquiera se habían percatado de nada, ellos analizaban sus cartas, quizás estudiando posibles jugadas para hacer caer al mejor jugador de la mesa, Dmitry.
En cuanto la chica recupero el aliento, sonrió complacida y le susurro algo en el oído, algo que Sarah no supo deducir aunque sí pudo ver el movimiento de sus labios, pero era de imaginarse que se habían dicho entre susurros, continuar con aquel juego en un lugar más privado, quizás en la habitación de su hotel.
Él asintió apartando la mano para que la joven pudiera levantarse e irse moviendo la cadera sabiendo que esos movimientos atraerían más de una mirada, aunque ya no la de Dmitry.
—Parece que tu esposo ya se desocupó—le dijo su amigo Alek. Él era el único que la apoyaba en esa locura y se había empeñado en acompañarla, para hacerla pasar por su amante y evitar que alguien quisiera brindarse derechos sobre Sarah sin su consentimiento.
Dmitry y Alek eran viejos conocidos, la primera vez que se vieron las caras había sido en una reunión de negocios, Alek era el abogado del padre de Dmitry, así que cuando la empresa paso a su poder, Alek se volvió un íntimo amigo del otro.
De hecho, Alek había sido uno de los pocos en desacuerdo por aquella boda que se había llevado a cabo cinco años atrás, sobre todo sabiendo lo que la chica sufriría al lado de su amigo, él tenía una reputación bastante sucia y creyó que ella sería una chica más a su lista de conquistas, pero extrañamente, Sarah había sido la única excepción de su amigo.
El motivo por el cual Dmitry había decidido rechazar a su esposa, era porque su padre lo había obligado a casarse con ella y él odiaba a su padre por ello, aunque Dmitry tenía razones más poderosas para odiarlo, sin embargo, esa boda que había planeado sin siquiera discutirlo con él, había sido la gota que había derramado el vaso, por lo tanto, no estaba dispuesto a seguir sus órdenes ni un minuto más.
Una vez concretada la boda, él había decidido irse y no volver nunca, así lo hizo durante cuatro años, al morir su padre, Dmitry ni siquiera se dignó a asistir al funeral y aun después de haberse librado de él, tampoco se había animado a volver y retomar lo que por derecho era suyo. Las propiedades, las joyas, la empresa y por supuesto, su esposa, Sarah.
—Creo que después de lo que acabamos de ver, ahora estoy segura de que podre conseguir lo que quiero—respondió Sarah confiada en lograr su propósito, estaba segura de que saldría victoriosa y la sonrisa que se dibujó en sus labios eran la prueba.
—Sabia que dirías algo como eso —dijo Alek resignado a seguir con esa locura, pero después de ser testigo de todo lo que Sarah había tenido que hacer para llegar hasta ese lugar, él ya no podía oponerse y mucho menos detenerla.
Sarah torció los labios, al escuchar el tono de su amigo, aunque muchas veces le había dado la opción de no involucrarse e tal vez fingir incluso una hora atrás antes de salir del hotel.
—Es un imbécil si piensa que le daré divorcio—se explicó Sarah —no después de todo lo que he tenido que sufrir por su culpa.
—Lo sé—expreso Alek dejando escapar un suspiro para después mirar a su amiga, quien le sonrió e incluso le dio un pequeño beso en la mejilla—pero en este momento no eres Sarah Petrova, sino Nina Stoica, mi pequeña amante.
Alek hizo un pequeño movimiento con su mano para acariciarle la mejilla para darle entender a Sarah que no seria difícil meterse en su papel, ella era muy hermosa, no de su tipo, pero si lo bastante encantadora como para darle un beso en el dorso de su mano.
—De acuerdo, pero no olvides que no debes dejarme mas que un par de minutos solas con él, quiero atraer su interés no acostarme con él, al menos no por ahora—explico Sarah orgullosa del plan que había trazado para conquistar a su esposo.
Para no ser reconocida, Sarah se había teñido el pelo de rubio, se había comprado un par de pupilentes azules y había hecho bastante ejercicio para obtener su figura ideal, es decir, una que pudiera atraer la atención de Dmitry
—Me parece que eso sera bastante sencillo, lo difícil sera cuando quieras quitártelo de encima—dijo Alek acercándole su brazo para llevarla ante Dmitry— tu esposo es igual que un depredador, una vez fijada su mirada en carne fresca, sera difícil que te olvide.
Ambos compartieron un par de risitas ante el chiste de Alek, entonces comenzaron a caminar justo en la dirección en la que se encontraba Dmitry.
La mesas de cartas estaban distribuidas en todo el salón en forma circular, por lo que Alek y Sarah tuvieron que pasearse para evitar las mesas mas concentradas hasta llegar hasta su objetivo, muy al fondo en la esquina donde la música tenue y las voces de los demás jugadores no lo desconcentraban de sus pensamientos.
Alek le había advertido que ese casino era un tanto especial, ahí no solían asistir mujeres de buena reputación, sino mas bien acompañantes que cualquier hombre podía elegir para llevarla a la cama, era por así decirlo, un casino para caballeros y aunque no había escenas tan escandalosas como lo había hecho su esposo, era claro que las mujeres en ese sitio, tenían una moral reprochable.
Era fácil darse cuenta de ello al ver los atuendos de las mujeres, escotes muy pronunciados, tanto traseros como delanteros, así como aberturas de piernas que permitían ver un poco mas allá de la piel de sus piernas. Todas las mujeres en ese lugar eran sumamente sensuales, pero pocas destacaban ante los ojos de Dmitry.
No podía culpar al rey al irse tan pronto, habia surgido una situación que parecía ser complicada y su presencia era crucial para resolver el asunto, sin embargo, conforme pasaron los días y al no tener ninguna novedad comencé a preguntarme sobre qué tan grave debía ser ya que en el diario no mencionaba ninguna noticia, aparentemente la gestión se estaba llevando a cabo bajo la mayor discreción, pero la incertidumbre me inquietaba. —Dicen que en el noroeste del país, un grupo extremista se ha levantado en armas causando terror entre los habitantes de un poblado llamado Norland—anuncio lady Millan en un tono preocupado. Me sorprendió saber que ella también sabia algo al respecto—escuche que la situación que se vive en ese lugar es por causa de la corrupción.—Lady Florence. ¿Esa población no queda muy cerca de donde reside su familia?—cuestiono Lady Cailón algo alarmada por la situación.—Si, a tan solo una hora. El año pasado hubo una revuelta en ese lugar, mi padre tuvo que llevar a
—Hermana—dije instintivamente, había pasado mucho desde la última vez que la había visto. Por su aislamiento era evidente que había bajado de peso, pero seguía igual de hermosa.—Me sorprende su descaro al llamarme hermana—musito mostrando una sonrisa maliciosa. Mire a mi alrededor temiendo que alguien la hubiese escuchadoUn nudo se formó rápidamente en mi garganta, era de suponerse que ella aún seguía enfadada conmigo, no habría razón para que ella pudiera perdonarme cuando no habia hecho nada para obtener su perdón.—Sé que sigues enfadada y tienes todo el derecho a decirme lo que desees si eso te hace sentir mejor, pero—hice una pausa para recomponer mi voz, sonaba temblorosa—¿Por qué precisamente hoy?—Porque él está aquí.—¿El rey?—Sabes he pensado mucho en porque te eligió a ti en vez de a mí y llegue a una conclusión. Eres del tipo de mujer manipulable, lo que él quiere es tener a su reina sumisa y obediente para que haga lo que él desea ¿No lo crees?—Puede que así sea ¿Pero
Esa tarde el rey solicito mi presencia en el estudio de mi padre, se suponía que debía sentirme halagada ante tal invitación, al parecer él deseaba tener la intención de pasar tiempo a mi lado, pero las palabras de mi padre continuaban agobiando mi cabeza. Él solo trataba de encontrar una respuesta coherente ante mi repentina decisión, pero la verdad era un camino que destruiría su dignidad ¿Él sería lo bastante fuerte para soportar la verdad? Cuando hice acto de presencia fue extraño el ver como los acompañantes de su majestad hacían una reverencia ante mí, todos me notaron excepto el mismo rey, quien mantenía una conversación con un hombre alto de cabello oscuro y piel bronceada. La expresión que el rey mantenía en su rostro era de temer, aunque la comunicación que mantenía con aquel hombre parecía ser una conversación común, sin embargo, el ambiente a su alrededor se percibía tenso como si se tratase de una discusión silenciosa donde solo las miradas eran las que gritaban sus verd
Retiré su gaban de mis hombros y se lo extendí, él lo tomo enseguida.—Buenas noches— dije al mismo tiempo que él le proporcionaba al dorso de mi mano un beso gentil.Mis mejillas enrojecieron al sentir el tacto de sus labios sobre mi piel, eran tan cálidos. Solo que no entendí porque motivo se habia atrevido a hacerme esperar solo por un beso, probablemente solo era por mera cortesía.—Descansé— respondí con el corazón algo intranquilo, después de todo no habia logrado llegar hasta la habitación de Melanie para pedirle una explicación y ahora que sabía que el rey estaba despierto no podía arriesgarme a salir nuevamente.Él era todo lo esperaba que fuese, firme e inflexible, honesto e implacable, sin duda alguna entre él y yo no había nada que nos uniera, excepto nuestro compromiso.Entre a mi habitación y cerré la puerta, esperé un par de segundos hasta que escuché sus pasos alejarse. Me metí a la cama y el sueño se apodero de mi muy rápido.Cuando la luz de un nuevo día entro por mi
Esa noche permanecí en mi habitación alegando no encontrarme bien debido a mi exposición al inclemente clima, pero en mi soledad, la angustia comenzó a invadir mis pensamientos creyendo que tal vez no era digna de convertirme en la reina. Estaba molesta, pero conmigo, por no poder ser lo suficientemente valiente para enfrentar mis propios problemas, necesitaba disculparme con quien habia recibido el castigo por mis errores. El viento comenzó a golpear mi ventana y su crujir fue la justificación perfecta para levantarme de la cama, al asomarme por la abertura de la cortina pude ver las nubes correr velozmente en el cielo oscuro y debajo de ellas varias luces provocadas por un par de antorchasLa noche no era tranquila después de todo por causa de la presencia de su majestad, habia varios guardias vigilando la zona y posiblemente el servicio también apoyaba a montar turnos de vigilancia.Giré la perilla de la puerta paulatinamente para que esta no rechinara al mover su mecanismo interno
—¡Helena!— expresó en tono angustiado. La escena era algo inaudito, me negué a creer que lo que estaba viendo era verdad, pero la verdad era que el hombre que solo había visto una vez en mi vida y con el cual contraería matrimonio muy pronto, estaba aquí—¿Te encuentras bien?—Si—logre decir, la perplejidad no me dejo pensar claramente. Sin previo aviso se arrodillo e inmediatamente coloco mis manos alrededor de su cuello y como si se tratara de una pluma, tomo mis piernas para levantarme de aquella situación deplorable. Mis mejillas comenzaron a enrojecerse al sentir el calor de su cuerpo tan cerca del mío y su respiración tan cerca de mi rostro. Le negué a mi propio instinto el ver su rostro, me domine para evitar cruzar mirada con él, pues estaba segura de que algo terrible ocurriría de esta situación. —¿Te duele?—musito. Supuse que Lady Florence informo inmediatamente lo que había ocurrido a la primera persona que se cruzó en su camino y seguramente ella había llegado en el momen
Último capítulo