Capítulo 2

Sintió un poco de nervios mientras se acercaban más y más a su descarado esposo, pero una vez que estuvieron lo suficientemente cerca, Sarah inhalo hondo buscando recuperar la confianza en sí misma.

¡Este plan tiene que funcionar! Pensó recordando porque había viajado desde Rumanía hasta ese lugar.

Años atrás, su padre había quedado en la bancarrota después de varios negocios fallidos, pero en vez de aceptar la derrota, eligió intercambiar a su propia hija para salvaguardar su patrimonio. Sarah tenía diecisiete años cuando todo eso pasó, por lo que tuvo que abandonar sus esperanzas de volver a la universidad, creyendo que aquello solo sería una mala racha; sin embargo, cuando su padre comenzó a vender todo lo que tenía, supo que no volvería a tener la vida de antes.

La familia Petrov había sido la única que había mostrado apoyo a su padre, por supuesto, no por generosidad, sino más bien por interés, ya que lo último que le quedaba era un basto terreno en donde ellos deseaban construir una fábrica, no era mucho, pero para Faddei Petrov, el padre de Dmitry, era un diamante en bruto que sabría explotar, sin embargo, por el hecho de que el padre de Sarah, Jasha Ivanov, estaba enfermo y pensando en el bienestar de su hija, vendió aquella última propiedad con una condición, que su hijo desposara a Sarah, de esa forma, ella podría continuar con su vida tal y como la conocía.

Desgraciadamente, con lo que no había contado después de fallecer, era que Dmitry rechazaría a Sarah y ella al no ser más que un estorbo para la familia una vez que Faddei murió en un accidente, el tío de Dmitry le fue reduciendo sus gastos hasta que finalmente no le dio ni un solo Lue rumano en el mismo instante en que Dmitry le informo de su deseo de divorciarse de ella.

Para Sarah, eso hubiese estado bien, si tan solo, Dmitry hubiese estado dispuesto a darle una manutención por el tiempo que había perdido siendo su esposa, pero ya que su matrimonio separaba los bienes individuales que cada uno había adquirido durante el transcurso de este, a Sarah no le tocaba ni un solo Leu de la fortuna de Dmitry. Iba a quedarse en la calle, aunque no distaba mucho de las condiciones en las que estaba viviendo, no obstante había una única forma de que eso no ocurriera y de que Dmitry se viera obligado a cuidar de ella, quizás ya no como una esposa, pero sí como la madre de su hijo. Sarah planeaba embarazarse de él.

Sarah necesitaba, de alguna forma engendrar un hijo, uno legítimo por el que sus venas corriera la misma sangre de Dmitry para que fuese el heredero de la fortuna de los Petrov, de esa forma, aunque se divorciaran, Dmitry estaría obligado a darle una pensión que solventara sus gastos y tuvieran una vida más o menos holgada, sin preocupaciones hasta que Dmitry muriera y le heredara a su hijo todos sus bienes.

Su plan era infalible, pero para lograr ese objetivo, tuvo que sacrificar las pocas posesiones que aún poseía como un par de collares que su madre le había obsequiado antes de morir, mismos objetos que le habían ayudado a conseguir el dinero suficiente para comprar ropa escotada y muy sensual que mostrara aquella tersa piel que poseía, ademas de conjuntos sexis, zapatillas, maquillaje y por último un boleto de viaje redondo a Mónaco para poner en marcha su plan.

Se habría embarcado en esa aventura un año atrás de no ser por Alek, quien se había enterado de su situación y había deseado ayudarla. Estimaba a su amigo, pero lo que le había hecho a Sarah era más que vergonzoso. Se rumoraba entre la Elite rumana, que la esposa de Dmitry estaba viviendo en condiciones deplorables, lo cual era verdad, pero nadie había tenido la oportunidad de confirmarlo o constatarlo, por supuesto porque la familia Petrov sabia como esconder secretos, así que Alek deseo castigar a su amigo por obligarla a vivir de limosnas de sus parientes.

Alek le había presentado a Natasha, una joven que se desempeñaba como acompañante de noche y que acostá de su belleza vivía muy bien en la capital de Rumania, Bucarest.

Ella sabia como hablar, como actuar, vestirse y coquetear para obtener joyas e incluso propiedades de mucho hombres influyentes de la ciudad, patrimonio que vendía después de un tiempo y el dinero que obtenía, eran ganancias que guardaba para cuando quisiera retirarse de esa extravagante vida asistiendo a los hombres más adinerados de Rumania.

Tan solo seis meses después de estar bajo la tutela de Natasha, Sarah ya había aprendido todos los trucos que necesitaba para atraer la atención de los hombres justo como Natasha lo hacía, pero a ella solo le interesaba un hombre, su esposo. Dmitry Petrov, al que casaría y no se detendría hasta que depositara en ella su semilla, para después obligarlo a mantenerlos. Su más grande anhelo, era ver el rostro de Dmitry el día en que se enterara de lo que había hecho para seducirlo, ansiaba que ese día llegara.

Finalmente, se acercaron a la mesa y al cabo de un segundo, Dmitry noto su presencia reconociendo de inmediato a su amigo.

—¿Alek?—dijo dejando caer las cartas sobre la mesa para retirarse del juego y saludar a su amigo, a quien no había visto en mucho tiempo —¡Qué sorpresa verte aquí! ¿Por qué no me dijiste que vendrías?

Los dos se abrazaron dándose una que otra palmada en la espalda, estando con Alek, Dmitry parecía otra persona, incluso Sarah dudo un segundo que ese hombre fuese el mismo que la había marginado durante cinco largos años hasta dejarle sin nada.

—Quería darte una sorpresa, dijiste que viniera a saludarte cuando estuviera de vacaciones —se explicó Alek para justificar su presencia en una de las ciudades más caras del mundo.

—¡Vaya que si me sorprendiste! —dijo Dmitry esbozando una sonrisa alegre, fue entonces que su mirada encontró la de Sarah, quien estaba a tan solo un paso de ellos.

—Veo que no estás solo. ¿Amante o novia?—murmuro Dmitry sin importarle que aquella hermosa mujer se ofendiera, puesto que en ese sitio, no había mujeres precisamente decentes.

—¿Cuál es la diferencia?—bromeo Alek para aliviar el estrés que le generaba esa extrañísima situación, porque esa mujer era precisamente su esposa y lo estaba engañando para castigarlo por su irresponsabilidad o mejor dicho su falta de humanidad—por favor déjame que te presente a Nina Stoica, una amiga muy querida. Nina, el holgazán frente a ti es mi amigo Dmitry Petrov.

Ella sonrió con naturalidad y le extendió la mano para terminar dirigiéndole una mirada coqueta, por supuesto tal y como lo habían planeado junto con Natasha, así que mientras Alek hablaba con su amigo, Sarah se quitó el seguro de una pulsera de imitación de diamantes, de esa forma al extender su mano la pulsera caería víctima de la gravedad, para que Sarah se inclinara un poco tratando de recuperar aquella baratija y tuviera la oportunidad de mostrar su escote pronunciado para que Dmitry se deleitara con sus pechos, los cuales amenazaban con brotar como flores para él

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo