-Pues yo le daría una buena mamada rico, es que se la merece. -Andrés tenía una fijación con el tema de las mamadas como muestra de agradecimiento, que hizo rodar los ojos a Christina.
-A ver, para llegar a eso que propones, primero debemos volver a hablar, ¿o qué pretendes? ¿Que vaya a su oficina y me ponga de rodillas?
-¿Y por qué no? -Se rió jocoso.
-En serio, Andrés, ayúdame, nuestras últimas conversaciones por mensajes han sido extremadamente amistosas y si algo me ha quedado claro, es que yo no quiero ser amiga de Santiago.
-Aja... Qué bueno que te pasen estas cosas, porque ese día estabas invitándolo al bar como amigo. Ay, es que no sabes todo lo que tuve que contenerme para no abofetearte y gritarte: ¡Estúpida, reacciona que este hombre te encanta!
-Pero es que había terminado con Frank hacía poco. Y no... -Lo miró de reojo cuando sintió que iba a interrumpirla -no era porque le estuviese guardando luto a ese imbécil, era por mí.
-Yo sé nena, pero es que... ¡El tipo est