El USB con el nombre Volkov grabado le quemaba a Trina en el bolsillo, como si fuera una brasa. La repentina partida de Alejandro a Madrid confirmó sus peores sospechas, dejándola sola en la finca y enfrentándola a la cruda verdad sobre su familia. La noche anterior, llena de una pasión que la había liberado, ahora se sentía como una cortina que ocultaba una dura realidad.
Ya a solas en su casa, Trina intentó acceder al contenido del USB. Lo conectó a su computadora, pero de inmediato apareció una ventana de seguridad que pedía una clave. Era un sistema de seguridad complejo, diseñado para proteger información muy delicada. Trina suspiró, frustrada. Necesitaba la ayuda de Ivana, la única que podía descifrar el contenido de ese pequeño aparato.
Los días siguientes fueron muy difíciles. Aleja