84 Algo andaba mal

Diego, derrotado, no pudo hacer más que aceptar su destino, mientras Emanuel y Álvaro lo escoltaban fuera de la habitación. Las palabras de Diego quedaron suspendidas en el aire, pero Emanuel sabía que tenía que hablar con Verónica para aclarar todo antes de que esas mentiras causaran algún daño.

Diego, con una sonrisa pérfida, miró a Emmanuel directamente a los ojos, dispuesto a seguir sembrando duda .

—¿Sabes, Emanuel? Verónica no es la santa que tú crees. —Hizo una pausa dramática, disfrutando cada segundo—. Desde que te conoció, te ha estado engañando. —Su sonrisa se amplió, deleitándose en su propia malicia—. Mientras tú trabajabas, ella se daba la gran vida con el dinero que tenía en una cuenta en común conmigo.

Emanuel se tensó, pero no dejó que Diego viera su inseguridad. A pesar de la rabia que le quemaba por dentro, decidió no mostrar debilidad.

—¿Crees que voy a caer en tus mentiras? —respondió con frialdad, aunque las palabras de Diego le golpeaban en lo más profundo
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