Capítulo Entre miradas y secretos
Desde aquella tarde en la rambla, algo se había roto….o tal vez, algo se había despertado en Joselín. El aire de Alicante seguía oliendo a sal y a azahar, las campanas de la iglesia repicaban igual que siempre, las gaviotas revoloteaban sobre el puerto… pero para ella todo era distinto. Las calles que había recorrido mil veces ahora le parecían nuevas, teñidas de una expectativa que no sabía manejar.
Su herida, a ojos de sus padres, era la excusa perfecta para mantenerla en casa bajo vigilancia. Lilian preparaba infusiones y vigilaba sus pasos como si un mal viento pudiera llevársela. Fabián, silencioso pero atento, pasaba más tiempo en casa de lo habitual, pendiente de cada quejido o suspiro. Pero lo que sus padres no sabían —y que Joselín no se atrevía a decirles— era que la herida que más dolía no estaba en la pierna, sino en el pecho… y no era dolor, era la ansiedad por volver a verlo.
Así que, con disimulo y sonrisas fingidas, comenzó a frecuen