Capitulo La salida perfecta
El aire de Londres parecía más espeso cada día para Stephen.
Había pasado casi una semana desde el desmayo de su madre, y la vida en el hospital se había convertido en una rutina opresiva de análisis, monitoreos, visitas forzadas y sonrisas falsas.
Stephen lo veía.
Lo sentía.
Pero no podía hacer nada.
Estaba atrapado.
Cuidaba a su madre como el médico responsable que era. Pero había algo que le dolía todavía más: ver a su padre, Edward, desmoronándose lentamente ante sus ojos.
En el rostro de su padre, la angustia y el cansancio eran evidentes. Había bajado de peso, sus manos temblaban más de lo normal, y su piel había perdido ese brillo sano que Stephen recordaba.
Esa tarde, mientras revisaba las constantes vitales de Margaret, no pudo ignorarlo más.
—Papá, vení un segundo —le pidió, llevándolo a un costado del pasillo.
Edward obedeció, arrastrando los pies.
Stephen le tomó la presión en silencio. Alta. Demasiado alta.
—Papá, tenés