- ¿Te acuerdas de mi amiga Teresa?
- No... "Yo" soy tu amigo, Francis. Teresa es una “oferta” tuya. - Yo corregí.
- Lo que sea, maldita sea.
- ¿Qué tiene ella?
- Ella me propuso... Bueno, trío.
Me senté en el banco, asombrado, mirándolo fijamente:
- Y... ¿Qué tengo que ver yo con eso?
- Siempre he querido hacer esto.
- ¿Le preguntaste eso?
- No... Ella me propuso matrimonio. - Él sonrió. – ¿No es eso magnífico?
- ¿Y la propuesta eras tú, ella y otro hombre? ¿O tú, ella y otra mujer?
- En realidad, pensamos en "tú", yo y ella.
- ¿Qué? Casi grité.
- Vamos, Vi. Haz eso por mí.
- No voy a tener sexo contigo... Mucho menos con tu loco bisexual "amigo". Me gustan los hombres, Francisco.
- Y yo de mujeres.
- Así que vamos tú, yo y Marcelus. - Yo propuse.
- Está bien, podemos pensar en esta posibilidad más tarde.
- Estoy jodidamente bromeando. Ser sarcástico, irónico. Mierda... ¿Cómo puedes ser tan tonto?
- Oye, no quise ofenderte. Esto es algo... Bueno, un deseo sexual de muchos años...
- ¿F