Caléndula

Francis agarró mis muñecas mientras me empujaba contra la pared:

- Me preocupo por ti. Creo que eres la persona que más me importa en la vida.

Su madre abrió la puerta, dejándonos completamente quietos.

Irina se avergonzó y dijo:

- Debería haber tocado antes, lo siento. Pero pensé que Francis estaba solo.

- Está bien madre. Dejó caer mis muñecas.

- Buenos días, Irina. Dije sonriendo torpemente.

- ¿Llegasteis aquí esta mañana o dormisteis juntos? preguntó, confundida.

- ¡Madre! - él gritó.

- Perdón por mi intrusión. - Dijo ella, haciendo como si fuera a cerrar la puerta.

Corrí hacia ella y le dije, impidiendo que cerrara:

- Dormí aquí, solo. Francisco llegó esta mañana. - Expliqué.

- No, Francis no llegó esta mañana. Vi la hora en que llegó. - Explicó, con una ceja levantada.

Miré a Francis, quien sonrió sarcásticamente, con el cabello erizado y el cuerpo aún húmedo. Le tiré una almohada, con fuerza. Se agachó y levantó la puerta del balcón.

- ¿A que hora llegaste? Casi grité.

- Unas tres horas, más o menos, “mujer”. Por favor, no me golpees. Te prometo que no haré esto nunca más. – se burló.

Tomé mi teléfono y me iba cuando me dijo:

- En el auto y en el motel.

- ¿De qué estás hablando?

- Respondiendo a tu pregunta donde lo comí.

- Estúpido. No te hablaré más. dije furiosamente.

- Ya no me hablas más por qué razones: ¿Por qué tuve sexo con ella en ambos lugares? ¿O porque acabo de tener sexo con ella? ¿O por qué la odias? ¿O por qué estás celoso de mí?

- Porque la odio. Y no puedes ser mi amigo y estar con ella al mismo tiempo.

- ¿Me estás diciendo que elija?

- No... "Yo" ya hice mi elección. Y elijo "yo".

- Debes hacer esto cuando tu madre te manipula: elegirte.

- Ya no soy tu amigo, Francis... Ahora es real.

- Sigue siendo el mismo diablillo de la infancia. Creció, pero se olvidó de madurar. Ya no tenemos diez años, cuando me chantajeabas que ya no ibas a ser mi amigo. Pero yo solía creer que...

Lo miré y me fui, dando un portazo.

Había pasado un día desde que hablé con Francis. Eso significaba que no había ningún mensaje. No nos veíamos en persona todos los días, pero intercambiábamos mensajes cada vez que podíamos. Entonces siempre sabíamos cómo estaba el otro. Pero el día anterior, cuando salí furioso de su casa, no hablamos hasta bien entrada la noche. Y hoy fue otro día y todavía nada. yo seria firme yo no lo buscaria Y probablemente pensó lo mismo que yo.

Al final del día salí a correr y esta vez no evité la ruta habitual, que hacía días que no hacía, tratando de no encontrarme con Douglas Falco. Al diablo esto. Cuando lo encontré, fingí que nunca lo había visto en mi vida.

Luego pasó junto a mí, presumiendo. No sabía que la noche fue frustrante tanto para él como para mí. Ni siquiera su culo duro y perfecto me llamó la atención. Aunque corriera desnudo, no me detendría a admirarlo.

Cuando noté que comenzaba a caminar más despacio, tal vez lo hacía para alcanzar mi ritmo, me detuve y me senté en la banca frente a la cancha de la escuela. Fingí atar mis zapatillas y luego bebí un poco de agua. Luego se fue, desapareciendo de mi vista.

Saqué mi celular para ver si tenía algún mensaje, pero no. Sería una buena idea fingir ante mi madre que corrí y me senté allí jugando con mi teléfono... o comiendo, que sería aún peor. Si me encontraba allí, me haría correr mientras me golpeaba el trasero, como cuando era niño.

Entró un mensaje. Abrí:

“Tu solicitud de ingreso a la universidad ahora la puedes hacer, de manera presencial, en el edificio administrativo, o si lo prefieres, en línea. Esperamos verte."

¿Como asi? ¿Había pasado?

Abrí el sitio web y busqué mi nombre. Y sí, me habían aprobado para estudiar Biología. Sentí que mi corazón saltaba dentro de mí. Y casi llamo a Francis, pero me contuve. Realmente no quería hablar con él.

Así que corrí... Sólo a casa. Corrí escaleras arriba y me duché. Luego encendí la computadora, solo para asegurarme de que no había leído mal mi nombre en la letra pequeña del teléfono.

Ahí estaba Virginia Miller Hernandez como posible Bióloga... Si tuviera el coraje de enfrentar a su madre y vivir una vida diferente a la que siempre había vivido.

La puerta se abrió y mi corazón casi se detiene en ese momento, con la pantalla abierta frente a mí. Respiré aliviado cuando vi a Liam.

- ¿Qué paso? ¿Parece que viste un fantasma? Se acostó en mi cama.

Fui a la puerta y la cerré con la llave.

- ¿Qué paso? ¿Tienes miedo de algo?

- Quítate los zapatos para subirte a mi cama, Liam.

- Mis zapatillas están limpias.

- No es lo mismo. Quítatelo ahora o te golpeo.

- Soy más fuerte. - Ni siquiera le importaba. – ¿Dónde está Francisco?

- Nosotros peleamos.

Volví a mirar la computadora, buscando el formulario de inscripción en línea.

- ¿Como cuando eran niños? Empezó a reír.

- Está saliendo con Dothy. Dije, sin mirarlo, enfocada en la pantalla.

- ¿Y dejaste de hablarle por eso? Francis es un hombre, puede salir con quien quiera. No tiene ningún compromiso con nadie, y menos contigo.

- No me gusta Dothy. – Abrí la primera página del registro.

- Apuesto a que a él tampoco le caían bien varios de sus novios y nunca lo vi tratando de detenerla.

Giré mi silla hacia Liam y lo miré.

- ¿Y quién era mi novio que conociste, Liam?

- Bueno... - pensó. - ¿Ninguna?

- Pues entonces.

- Pero has salido.

- En serio nunca. Unos cuantos rollos... Nada importante.

- Pero te gustaba Douglas... ¿O todavía te gusta?

- Ni siquiera digas ese nombre, podría tener dolor de estómago. - me quejé, echándome hacia atrás en la silla, cómodamente.

- A veces pienso que tú y Francis se cargan como si estuvieran casados y no fueran amigos.

- Nunca me casaría con Francis. Ni siquiera si fuera el último hombre sobre la tierra.

- ¿Por qué no te casarías con él? Parece que te gusta.

- Francis es egoísta, mujeriego, vago y...

- ¿Él sabe que eso es lo que piensas de él?

- No me importa lo que piense... Casarme con Francis sería como casarme contigo.

- ¡Que asco!

- Entonces piensa... Sería como quedarme con mi hermano.

- ¿Por qué cerraste la puerta, jovencita?

- Liam, juro por Dios que no le dirás a nuestra madre... ¿Y a nuestro padre?

- Jurar. ¿Es así como le cuentas las cosas a Francis? ¿Exigir juramentos?

- Claro que no. Me acosté a su lado en la cama. “Francis ya sabe que no puede decírselo a nadie. Además, solo te lo digo porque estoy enojado con él y necesito compartir esto con alguien.

- Dime pronto... ¿Estás embarazada?

- ¡Eh, qué repugnante!

Empezó a reír.

- Liam, tómame en serio.

Se detuvo, tratando de controlarse, sonrojándose, tentado a reírse de nuevo.

- No te diré si sigues riéndote de mí.

- Está bien, te juro que lo intentaré. Hablar...

- Aprobé el examen de ingreso.

Se sentó en la cama, mirándome:

- ¿Como asi? ¿Cuándo hiciste el examen de ingreso?

- Semana pasada. Francis me inscribió. Y me obligó a ir.

- Vi a rginia... - Me abrazó. - Estoy tan feliz por ti.

- Liam, sabes que nuestra madre no me deja ir a la universidad.

- Hazlo a escondidas.

- ¿Cómo lo harías tú? Salir todos los días, inventar una excusa sería difícil. Ella entendería...

- Es muy injusta.

- Conmigo, ¿no?

- Contigo, conmigo, con nuestro padre. Pero de ti cobra aún más, Vi...

- Te anima a estudiar y tener un futuro. Tengo que ser hermosa y encontrar un esposo que me apoye por el resto de mi vida. Y lo peor es que siento que nunca podré deshacerme de esto, ¿sabes?

- Por supuesto que lo harás... Cuando te cases. - él se rió.

- Si está el hombre guapo, millonario, honesto, divertido, bonachón, fragante y amable que tanto quiere para mí... Vive muy, muy lejos de Primavera... Tal vez incluso de este país.

- Voto por que vayas a la universidad a escondidas. - Dijo Liam, dirigiéndose a la puerta del balcón. - Y por cierto, creo que para nuestra madre, tu futuro esposo es suficiente para ser millonario... Nada más... ¿Qué es esto aquí? - le preguntó.

Había un ramo de margaritas en la esquina junto a la puerta. Lo tomé y miré a la puerta de Francis, que estaba frente a la mía. La luz estaba encendida. Seguramente estaba en casa.

- ¿Una disculpa? Liam arqueó una ceja.

- Quiere que me vaya bien con las flores.

- ¿Por qué harías eso?

- Para ver si debo disculparte.

- ¿Qué hizo tan en serio que se está disculpando con flores?

- Está saliendo con Dothy , te lo dije.

Él se rió:

- Si deja a la caliente Dorothy Falco por ti, hermanita, está loco. Liam puso su brazo sobre mi hombro.

- Liam, trató de matarme.

- Cuando ella era una niña. Nunca olvidaste eso... Toda la ciudad ya lo olvidó.

- No olvidé por qué terminé en el hospital. Si estuviera muerto ahora, todos lo recordarían. Tuve suerte, eso es todo.

- Suenas como nuestra madre hablando. En eso la atrajiste... Quieres el centro de atención y crees que el mundo gira a tu alrededor.

- Yo no soy así...

- Creo que todos los Miller son así.

- Eres un Miller, idiota.

- Soy una excepción. La única excepción en esta loca familia.

Abrió la puerta y se fue. Caminé hacia el pequeño balcón que apenas cabía en mis pies y no estaba seguro de si hablar o no con Francis. Pero tenía tantas ganas de compartir la noticia con él. El cual pude aprobar… aunque no sabía si me iba a poder matricular.

Tomé una margarita y comencé a arrancar pétalo por pétalo. Si me agradara, hablaría con él. Si me diera una caléndula me iría a dormir y no hablaría con él.

Dio caléndulas, como siempre. No creo que hubiera una flor que me amara en el último pétalo.

Antes de darme la vuelta para volver a mi habitación, la puerta se abrió y Francis apareció en su casa y me encontró con las flores en la mano.

- ¿Me amas o caléndula? – preguntó, desde la puerta de su casa.

- Caléndula.

- ¿Estás seguro de que hay un amor? ¿Qué tal hacerlo en todo el ramo?

- ¿Arrancaste las flores del jardín de tu madre?

- A ella no le importa si son para ti. - Él sonrió. - Vamos, Vi. No quiero ser malo contigo.

- Está bien... Yo tampoco quiero quedar mal, Francis.

- ¿Eso implica que aceptas a Dothy?

- ¿Estás saliendo con ella, Francis?

- No... ¿Pero de verdad vamos a hablar así? – subió hábilmente a su balcón y subió las escaleras que daban acceso a mi habitación.

Cuando me di cuenta ya estaba frente a mí.

- ¿Estás saliendo con ella o no?

- No. - el dice. “Pero estoy disfrutando salir con ella.

Rodé los ojos:

- No necesitaba nada más que que salieras con Dothy. Negué con la cabeza, decepcionado.

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