El tormento de no poder escapar era insoportable.
Después de un momento, Luciana reunió valor y, con voz temblorosa, dijo:
—Estamos en un e-estado de derecho, cuidado con denunciarte. Además, mi esposo es un Herrera, no puedes meterte con...
—¿Tu esposo?
Al escuchar estas palabras, Fabiola la interrumpió con una sonrisa irónica.
Sus ojos penetrantes emanaban un frío tan intenso como el de Gabriel.
Sin duda eran hermanos.
—Luciana, mi certificado de divorcio con Camilo aún no ha llegado, todavía no es tu esposo.
Con el carácter de Fabiola, era absolutamente seguro que no volvería con Camilo.
Pero eso no le impedía fastidiar a Luciana.
El rostro de Luciana palideció al instante.
Obstinadamente respondió:
—Camilo ya no te quiere, aunque no te divorcies no sirve de nada.
—Si no me divorcio, nunca podrás ser la esposa legítima.
Fabiola fue directa al grano.
Siempre había tenido un carácter fuerte, incluso después de casarse.
En comparación, Camilo era mucho más suave.
¿Cómo podría una joven