Capítulo 249
Gabriel había despertado sin que nadie se diera cuenta.Su rostro pálido, casi sin color, con pupilas negras como la noche, lo miraba fijamente.

Tadeo se estremeció.

—Gabriel, ¿llevas rato despierto y no dices nada?

¡Qué escalofriante!

Menos mal que no tenía problemas cardíacos, o habría terminado en la UCI.

Gabriel bajó los párpados, tosió dos veces, lo que le provocó dolor y lo dejó más pálido que el papel.

Ana rápidamente apoyó su mano en su pecho para ayudarlo a respirar.

—¿Te sientes mal?

Su voz fría envolvía una preocupación genuina.

Gabriel respondió con voz ronca: —Un poco. No te preocupes.

Ana presionó el timbre de la habitación. En pocos minutos, Javier entró con un equipo médico.

Tadeo y Ana salieron un momento.

Tadeo suspiró aliviado.

Su expresión tan ridícula llenó de risa los ojos de Ana.

Salvo la primera vez que se conocieron, que fue un poco extraño, Tadeo era alguien con quien era muy agradable convivir.

Tener un hermano pequeño tan alegre no estaba nada mal.

—Ana —dijo
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