Tadeo pensó que había explicado todo lo suficientemente claro para que Emanuel lo entendiera.Pero Emanuel solo respondió: —¿Y?
Ahora era Tadeo quien no entendía.
—No hay más. Ana es esposa de Gabriel, así que es normal que lo llame marido.
Dio unos pasos atrás, asegurándose de estar a una distancia segura, y con tono solemne añadió: —Hermano, no seas tan anticuado. Tienes que ponerte al día con las tendencias de los jóvenes.
El entrecejo de Emanuel saltaba de irritación. —¡Tadeo!
El chico desapareció en un instante.
Solo su voz resonaba: —¡Emanuel, me voy al hospital! ¡Tú sigue trabajando!
Emanuel suspiró.
Su hermanito nunca le había dado un momento de paz.
Que le den.
Terminó rápidamente su trabajo y se dirigió solo al hospital.
Mientras tanto.
La policía ya había llegado al hospital.
Giana, quien intentó aprovecharse de Gabriel, fue reducida.
Le quitaron la manzana de la boca, dejándole los cachetes adoloridos y trabándole la lengua.
Pero sus ojos ardían como si quisiera devorar a An