Capítulo 238
Santiago tragó dos sorbos de jugo de naranja, con salsa de tomate manchándole la comisura de los labios.Pensando cuidadosamente sobre la pregunta de Ana, respondió: —Papá es muy bueno conmigo.

Justo cuando Ana y Lucía creían que habían exagerado, Santiago añadió: —Papá me compra todo lo que quiero, pero no me abraza ni me besa. Mamá dice que papá está muy cansado.

No mostraba cercanía. Eso ya era un problema.

En cuanto a qué tipo de problema...

Ana pensó que aún había que investigar.

Miró la hora y decidió que era momento de volver.

Al regresar al hotel, Viviana y Samuel ya habían terminado de discutir.

Samuel estaba junto a la ventana fumando, Viviana sentada en el sofá conteniendo lágrimas.

Al ver a Santiago, ella forzó una sonrisa: —¿Volviste, Santi? Ven, acércate a mamá.

Como si tuvieran un vínculo especial, Santiago entendió lo frágil que estaba Viviana. Se acurrucó en sus brazos, frotando su mejilla contra la de ella de vez en cuando.

Demasiado obediente.

—Samuel —llamó Ana con v
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