Michaela y Alya abordaron el automóvil que la primera manejaba, acababa de entregarle un sobre muy grueso al líder del grupo de hombres con quienes dejó a Evana.
Llegaron a un hotel, en lugar de registrarse se trasladaron directamente al restaurante del mismo, donde tomaron asiento y ordenaron bebidas.
–Todavía estoy temblando, esos hombres se veían horribles.
–Son unos verdaderos idiotas, ¿cómo se les ocurrió llevarte a ti también? Prácticamente arruinaron todo mi plan, tuve que ir hasta allá para sacarte de allí, eso no estaba previsto, todo lo había manejado por teléfono, no tenían por qué haberme visto.
–Gracias por eso. ¿Cuándo liberarán a Evana?
–¿Te contagiaste con esos tipos? No puede ser liberada, sabe que estamos metidas hasta el cuello en esto. Lo primero que haría es decirle a la policía que fuimos nosotras.
–Ah, ya, bueno… ¿Y nosotras qué haremos?
–Yo me voy al aeropuerto, tomaré el siguiente vuelo de