Angelina se detuvo ante la insistente llamada de atención de Sor Juana, la mujer se apresuró tras ella para tomarla del brazo y zarandearla girándola para verla de frente.
— Angelina, ¿Estás bien? — Visiblemente preocupada.
— Yo…
— ¿Qué es lo que te pasa?
— He… nada, solo estoy un poco abrumada — Dijo sin pensar.
— ¿Abrumada? Pero, ¿Por qué? — Sor Juana quiso saber para comprobar sus sospechas.
— No es nada, yo solo necesito hacer algo, necesito tener la cabeza ocupada y pronto se me pasará, debe ser... ¡¡El encierro, si es eso definitivamente!
— Angelina, esto no estás bien, la Madre Superiora dijo que se habían estado perdiendo medicamentos muy fuertes... — Juana se mordió el labio antes de proseguir, temía terminar de hablar y causar un problema mayor — Y entre ellos algunos para el dolor considerados... peligrosos...
— No tanto, solo son calmantes — Esta vez respondió en automático y de inmediato se arrepintió. No era buena para esconder cosas, nunca lo había sido.
— Enton