Capitulo XVI

Parpadeó seguidamente y sus ojos recuperaron su color natural. El Conde marcó una prudente distancia entre los dos pasando la mano que perforó su labio a la cama, en paralelo a la otra sin apartar su mirada de los ojos de Debora quien era atacada por una suave, pero molesta jaqueca que no la ayudaba en su afán por entender lo que recién acababa de ocurrir y su mano izquierda tanteaba algo que tenía en ese mismo lado sin saber qué era.

-¿Dónde estoy? –Murmuró Debora.

-En mi tribu. –Respondió el Conde con el mismo tono de voz bajo, sintiendo la intensidad de los ojos de la hibrida que penetraban en los suyos y su pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración que irrumpía el silencio. El brillo rojo de su iris era hipnótico, más inquietante. Tuvo la osadía de llevar su mano derecha, que hasta ahora había estado inerte sobre su abdomen, al rostro del vampiro que estaba sobre ella y cerrar sus ojos.

-¿Puedes cambiarle el color? –Pidió sin variar el tono. Howard tomó su frágil mano
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