La mañana siguiente llega rápido, aún Stacy está medio dormida cuando Xavier la saca de la mansión.
―Tenemos que tomar un avión ―le dice él de la nada.
― ¿Cómo? ¿Por qué no me lo dijiste antes? Ni siquiera accediste a decirme qué tipo de ropa tenía que guardar, por eso he tenido que cargar con más de la que probablemente necesite ―le responde ella fingiendo molestia a la vez que cruza los brazos sobre su pecho.
―Eso no me resulta un problema en lo absoluto ―le responde él sonriendo divertido.
― ¿Al menos piensas decirme ya a dónde vamos?
Xavier le sonríe con toda su confianza y fanfarronería y luego le guiña un ojo.
―Si quieres saberlo, vas a tener que adivinarlo.
― ¿En serio? Estás más divertido que nunca esta mañana ―le dice ella porque, en efecto nunca antes lo había visto tan ligero, tan feliz, tan divertido, es como si hubiese vuelto a su niñez― De acuerdo, puedo jugar este juego ¿Me estás llevando a la playa? Para relajarnos quizás. Arena blanca, paisajes hermosos, frutos fresco