Capítulo 88. Aferrado a lo imposible.
Jacob se acercó a Elizabeth y notó la tristeza y confusión que se reflejaban en su rostro tras la partida de Oliver. Con una mezcla de preocupación y determinación, le dijo:
—Elizabeth, sé que estás triste por el duque, pero déjame decirte que no te conviene. No te quiere tanto como yo. Yo daría mi vida por ti.
Su voz temblaba con la sinceridad de sus sentimientos, esperando que ella pudiera ver más allá de su dolor.
—¿Y qué hay con eso? ¿Acaso eso cambia algo? Lo que tú sientes es solo un capricho, Jacob. Lo nuestro es solo placer y no necesito tus palabras de amor ni tus ridículas promesas.
—No son ridículas, Elizabeth. Lo que siento por ti es real. Mereces a alguien que te valore de verdad, no a un hombre que se va cuando las cosas se complican.
—¿Y tú crees que eso es lo que quiero? ¡Por favor! Estoy harta de tus discursos románticos. No soy una mujer en cautiverio que necesite ser rescatada.
—No se trata de rescatarte, sino de mostrarte que hay más en la vida que solo placeres ef