Capítulo 118. Epílogo.
Oliver y Blair se habían dejado llevar por el momento y por el calor de la pasión que los embriagaba. El deseo era tan intenso que parecía que sus cuerpos estuvieran unidos de forma permanente, como si fueran uno solo.
Oliver, con sus movimientos lentos y sensuales, se introdujo aún más en el cuerpo de Blair, mientras ella lo acompañaba con movimientos de caderas que lo envolvían por completo. Sus gemidos y jadeos se fundían en un coro de placer, mientras sus cuerpos se movían en perfecta sincronía.
—¡Oh, Blair! Eres tan hermosa, tan perfecta —susurró Oliver, entrecortado por la excitación. —Nunca podré tenerte suficiente.
Blair, con los ojos cerrados y el rostro bañado en sudor, respondió con un gemido:
—¡Oliver! ¡Estoy tan húmeda por ti! ¡No puedo dejar de pensar en lo bien que me siento dentro de ti!
El ritmo se aceleró y sus cuerpos se unieron con una fuerza y una urgencia cada vez mayores. Oliver, con sus manos fuertes y seguras, agarró las caderas de Blair y guió sus movimientos,