Capítulo 115. Ecos a media luz.
Los días transcurrieron rápidamente y la boda de Elizabeth y Oliver estaba a solo un día de celebrarse. En la mansión de Cambridge, donde se celebraría el evento, Oliver se encontraba a solas con el príncipe Arthur en el estudio. Con un gesto decidido, Oliver arrojó un dossier sobre el escritorio: las pruebas de los múltiples delitos del príncipe se deslizaban como un torrente de revelaciones. Arthur, sorprendido, frunció el ceño, pasando de la confianza a la inquietud.
—¿Qué es esto, Oliver? —preguntó Arthur, ligeramente temblando.
—La verdad, príncipe —respondió Oliver, mirándole a los ojos. —No puedo permitir que continúe con esta farsa mientras arruina vidas a su paso.
—No seas imbécil, sabes muy bien que los cuerpos policiales no se atreverían a detenerme.
—No se confunda, alteza —dijo Oliver con voz firme y decidida. — Puede que tenga al FBI y al gobierno en su bolsillo, pero la verdad siempre sale a la luz. Y yo estoy dispuesto a ser su mensajero.
Arthur soltó una risa despecti