La guerra con la manada rival había alcanzado un nuevo nivel. Las tensiones entre ambos bandos se volvían cada vez más palpables, y cada movimiento que hacíamos parecía un riesgo calculado. Emma y yo, atrapados en un juego mortal que no podíamos evitar, teníamos que encontrar una ventaja estratégica antes de que fuera demasiado tarde. La amenaza estaba más cerca que nunca, y no era solo el peligro lo que me mantenía despierto por las noches.
Era ella.
Emma, con su mirada desafiante y su corazón valiente, se había convertido en el centro de mis pensamientos. Pero a medida que la guerra se intensificaba, la presión que recaía sobre nosotros se hacía insostenible. No solo luchábamos por nuestra supervivencia, sino por algo mucho m&a