Me río. —Ah, si tú debes sufrir, yo también, ¿eh?—
—Exactamente.— Ella sonríe. —No te quedes aquí toda la noche—.
—No lo haré. Tengo una cosa más que hacer, y luego me iré a casa a comer un helado de camino rocoso—.
Suspira mientras comienza a caminar. —Si tan solo mi noche sonara la mitad de interesante—.
—Quizás lo disfrutes—, le grito a su espalda.
Sacudiendo la cabeza, vuelvo a revisar las solicitudes de atención caritativa. Odio que haya tantos y no podré llamar ni a un cuarto para decirles que podemos ayudarlos. Después de que Law descubrió lo difícil que el hospital me había puesto en la lista de trasplantes por no tener el dinero para la cirugía, hizo muchos cambios para tratar de cubrir los costos de aquellos que no podían pagar el tratamiento o los procedimientos. Pero todavía había una cantidad limitada de dinero para repartir. No es suficiente.
Cuando me froto la parte baja de la espalda por cuarta vez, decido que eso será todo por hoy. No necesito mirar a mi alrededor par