Luego vuelve a bajar mi cabeza. Cuando trato de detenerlo, sabiendo lo que viene, él
Retuerce mi cabello en su agarre, el escozor me hace jadear a su alrededor. Él gime ante el sonido, profundizando, empujando sus caderas hacia arriba, haciendo que mi intento de no dejar que me baje sobre él no importe en lo más mínimo. Está tan cerca que ni siquiera mi nariz siente que pueda ayudarme a respirar. Todo lo que pruebo es a él. Todo lo que huelo es a él. Todo lo que respiro es él. Todo lo que soy es suyo. Y ese pensamiento, su polla tan abajo en mi garganta que me estoy ahogando, el calor entre mis muslos, todo eso hace que mis ojos se cierren.
—Oh, no—, afirma mientras tira de mi cabello. —Me miras a los ojos mientras me corro en tu boca—.
Mis ojos se abren de golpe cuando me deja levantarme, sólo un poco. Lo chupo con fuerza, necesito su sabor en mi lengua, sus gemidos en mi oído y cualquier otra cosa que planee hacerme en este auto en este oscuro callejón sin salida.
Oigo el gemido, s