Capítulo 97. Su lado vulnerable
Luciana, al ver que todos estaban felices por el nombre que don Francisco le había dado al niño, se dijo a sí misma que lo mejor era retirarse de aquella habitación, ya que no quería ser hipócrita consigo misma, pues muy contenta no estaba, y fingir lo contrario sería traicionarse.
Aunque sabía que su esposo no había tenido la culpa al concebir ese hijo, pero la idea de su existencia seguía incomodándola, pues ninguna mujer en su sano juicio estaría feliz con la noticia del nacimiento del hijo de su esposo con otra… y ella no era la excepción, pues no era una santa, ¿verdad?
Por eso, decidió marcharse en silencio, sin interrumpir la alegría de los demás. Ya había cumplido con estar presente y ser respetuosa.
Justo cuando se daba la vuelta para salir de la habitación, escuchó a Maximiliano despedirse de los presentes, diciéndole que quería ir a ver a su pequeña Amelia, a quien no veía desde el día anterior y ya extrañaba mucho.
Luego de pronunciar esas palabras, le tomó la mano a Lucia