Capítulo 101. Prisionera
Olivia, después de empujar a su abuelo por las escaleras, miró a todos lados para asegurarse de que nadie la hubiese visto. En ese instante, vio que Luciana se acercaba y, de inmediato, se escondió detrás de una columna, procurando que nadie descubriera lo que había hecho.
Observó cómo Luciana, con el rostro lleno de preocupación y horror, miraba a don Francisco, quien yacía en el primer piso, cubierto de sangre tras la caída. Entonces, una idea retorcida cruzó por su mente y salió de su escondite gritando por ayuda y, fingiendo desconcierto, preguntó:
—¿Qué le hiciste a mi abuelo?
—Yo no hice nada —respondió Luciana, mientras bajaba corriendo para auxiliar al señor y le decía. ¡Llama a una ambulancia!
Pero Olivia, que lo último que deseaba era que el anciano se salvara, no hizo nada y en su mente, solo rogaba que don Francisco ya estuviera muerto.
Olivia solo miraba cómo su abuelo yacía en el piso, con la cabeza rodeada de sangre, y estaba más que segura de que ya estaba muerto. Cuan