Una línea.
¡Diablos! Ahora cuando me había acostumbrado a la idea de ser madre resulta que no. Dejé el test en la encimera y salí del cuarto de baño. Colin estaba dormido cuando me metí en la cama. Podía ver el sol saliendo y suspiré pensando en
los últimos días.
El segundo día fuera del cautiverio había traído un anillo de no compromiso y un posible embarazo. El tercer día, empezó tranquilo tomando el desayuno con Colin antes de
que él se fuera a la oficina.
—¿Quién se encarga de la cafetería? —le pregunté a Colin durante el desayuno.
Su silencio y el hecho de que su expresión había pasado de relajada a tensa me dijo que no iba a gustarme.
—La cerré.
—¿Qué has hecho que?
Me levanté de la silla y empecé a caminar por la cocina alterada. Miles de dólares invertidos en productos, en publicidad, tirados a la basura.
—¿Por qué?
—Porque habías muerto y no iba a dejar a alguien más tu sueño —contestó él y otra vez pude ver en su