Dos días después y, tras hacerle las mismas visitas a Joan, el cual se
muestra más esquivo de lo normal conmigo, le dan el alta. Y Paul se empeñaen que tenemos que comer todos en su casa para celebrar su recuperación.Me sorprendo cuando me dice que lleve a Enma, a la que ha visto dos vecescontadas, y agradezco ese gesto dadas las circunstancias que habitualmenteme encuentro en su casa; entre Susan y Silvana.—Dame esos zapatos, venga, que no tenemos todo el día.—Ahora los recojo yo —contesta huraño.Sin prestar demasiada atención a la charla de tira y afloja que tienenambos, me dedico a coger las cosas del cuarto de baño, pasandodesapercibida para ellos. Me veo obligada a detenerme cuando el malestar detodas las mañanas se hace con mi estómago. Apoyo las manos en el filo dellavabo y respiro profundamente para después mojar un poco mi cara,momento en el que la puerta del baño se abre y me recompongo como si no