Adella Howard, una cantante de música Pop muy reconocida. Tiene secretos como cualquier otro famoso y quiere mantenerlos en la oscuridad y Dominic Brinmor es un obstáculo que aparece en su vida de imprevisto, él es caliente, un cantante de Rock que provoca una gran pasión que quiere evitar pero no puede. Dominic cree que está en el mejor momento de su vida, es propietario de un club nocturno y su banda está en preparativos de dar un gran concierto en uno de los festivales más famosos del mundo. Por circunstancias del destino conoce a una hermosa rubia que lo obsesiona, utilizará el chantaje, ya que alejarse no parece ser una opción.
Ler maisSu madre estaba llorando desconsolada, no sabía qué hacer para calmarla y menos cuando veía como su padre empacaba ropa en una gran maleta.
Lo único que logró entender era que su padre le había pedido el divorcio a su madre, lo único que podía entender era que se iba. Los abandonaba. No los quería.
- Adi, ven – dijo su hermano Derek tras ella que estaba asomada en la puerta de la habitación de sus padres.
- No…
- Vamos Adi. – protestando se dejó llevar por su hermano a la habitación.
Adella se quedó mirando a su hermano, sentado en el suelo al final de la cama, ella hizo lo mismo cuando comprendió que su hermano quería decirle algo.
- Papá se va a casar con otra mujer, por eso deja a mamá y nos deja a nosotros.
- Pensé que ya nos no quería… - dijo ella llorando.
- Y no nos quiere – había decepción y resentimiento en las palabras de Derek – pero debemos ser fuertes por mamá ¿Comprendes? – Adella a pesar de su corta edad de ocho años asintió.
Su hermano siempre la cuidaba así que haría lo que él decía, él era más gran que ella, tenía doce y ya iba al colegio por lo que Adella confiaba en él.
Vieron como su padre salía por la puerta de la casa regalándoles un abrazo y prometiéndoles verlos los fines de semana, pero Derek no le creía, Adella en cambio aún tenía esperanzas de ver volver a su padre.
Cuando quedaron solos con su madre corrieron a abrazarla.
- Vamos a estar bien – prometió ella – trabajaremos duro los tres, pero recuerden que no estamos solos… nos tenemos los unos a los otros… ahora prométanme que no estarán tristes – Esther derramaba lagrimas mientras veía a sus hijos con amor entre sus brazos, ellos eran su fuerza.
- Lo prometo – dijo Derek abrazándola.
- Lo prometo – dijo Adella entre sollozos.
- Ahora yo cuidare de ti mamá, también de Adi – Derek estaba determinado a ser el hombre de la familia ahora que su padre se había ido, él no quería que su madre llorara.
- Oh cariño… que haría sin ustedes… Los amo tanto… no dejen que nadie los lastime y humille de esta manera… sean fuertes y peleen por lo que quieren ¿vale?
Ellos asintieron, y se quedaron en el sofá gran rato consolando a su madre hasta que ella sonrió.
- ¿Quieren helado?
- Si – respondió rápidamente Adella.
- Bien, hora de helado, el helado siempre hace bien al corazón – Adella sonrió recordando que su madre le daba helado siempre que se caía en la bicicleta por lo que su madre tenía razón, los helados curan heridas.
Siguieron a su madre a la cocina. Adella veía a su madre de diferente manera, había algo en ella que era hipnótico y lo primero que se le vino a la cabeza a Adella fue La Mujer Maravilla.
Su madre era fuerte a pesar de haberla visto llorando por el abandono de su padre hacia una hora. Ahora ella les sonreía y los miraba con una determinación que antes no había visto. Entonces Adella creyó lo que le dijo su madre.
Ellos estarían bien.
Serian fuertes y pelearían por lo que querían. Adella quería ser ese tipo de persona, quería ser como su madre. Tan hermosa, inteligente y fuerte como ella era, y lo seria.
- Vamos a estar bien, mamá.
Su madre detuvo su vista en ella dejando el tarro de helado en la mesada un poco sorprendida por oír aquellas palabras, inspiró profundamente para luego sonreírle cálidamente reforzando sus propias palabras.
- Lo estaremos, mi amor.
Eran pasados de las nueve de la mañana cuando Dereck tocó la puerta de la habitación de su hermana, venciendo su cobardía, a sabiendas que allí se encontraba descansando la pelirroja, porque Adella no había vuelto de casa del vecino, su buen amigo Dominic Brynmor. Suponía que las cosas habían terminado bien entre ellos. Él se alegraba por ello porque eso significaba que su hermana sonreiría de nuevo y brillaría como una hermosa flor de primavera.De vuelta al presente, la puerta se abrió y aquella fascinante mujer que le quitaba el aliento le regaló una hermosa vista de su cuerpo en bata de seda con encaje, demasiado corta como para poder apreciar sus desnudas piernas. Buen Dios, él estaba trapeando el piso con su lengua.— Esperé toda la noche a que golpearas la maldita puerta. ¿No te gusto? No sé a qué juegas, pero esto no puede seguir así —explotó Andrea.— Sí, no puede seguir así —estuvo de acuerdo, y le gusto ver lo directa que era con ese temperamento de recl
Al llegar a casa inconscientemente Dom miró la puerta vecina y con una sonrisa amarga entró a su apartamento arrastrando los pies. Estaba muy jodido, pensó cuando tomó su primer trago de cerveza, solo, sentado en el taburete de la isla con las luces apagadas, vagamente iluminado por la lámpara cálida de encima de la isla.Sentía que debía mandar todo al diablo en su segunda cerveza, pero el timbré se interpuso entre él y sus capitulaciones de “macho solitario sin esperanzas de volver con su amada”.— ¿Jodida mierda, a quien se le ocurre molestar a la media noche?¡Ding Dong!Pensó que debía ser su hermano menor al que se le habían olvidado las llaves y por eso tocaba, con una maldición. Ya había ocurrido antes.— Daniel, cuantas veces te he dicho que no pierdas las lla… —decía mientras abría la puerta sin constatar en la miradilla antes de quedarse sin palabras al ver a…— Dominic… —escuchó su dulce voz, aun sin poderlo creer.— Adella… — murmu
Casi dos meses después, Adella tuvo algunas respuestas a las preguntas que le hacía constantemente su cabeza.Se había enterado de que había sido Dominic quien había estado apoyando a Luna en el juicio contra el que había sido su padre. Ese había sido un gran shock. Ahora entendía las últimas palabras de Dom. Aunque ahora no pensaba mucho en su vida amorosa Dom aún era un tema que le causaba gran dolor.Martin y su madre eran otro tema. No podía perdonarlos, pero el tiempo que había transcurrido le había servido para entender porque habían actuado de esa manera. Le aliviaba que no la presionaran y de vez en cuando mantenía alguna conversación cordial con ellos dos por teléfono.Dereck era diferente. Había presionado a Samantha de que le dijera de su alojamiento y la había ido a buscar. No consiguiendo sacarla de allí, su atractivo hermano concretó que la mejor opción era quedarse a su lado, aunque muriera de aburrimiento.— ¿Crees que haya lobos cerca? —preguntó su hermano m
Dominic sabiendo de la incomodidad de Luna en esa casa y del estado de salud en el que se encontraba por no hablar de su mente, decidió que lo mejor era sacarla de allí y llevarla a chequear al hospital. Tenía como objetivo utilizar los resultados para la denuncia por violación al Sr. Howard, pero lo primero sería convencer a Luna de que ese rumbo a tomar era el correcto.Mientras Luna dormía en la cama él llamó a Ren y le pidió que mandara un vehículo para dentro de una hora, y una reserva más en su hotel para Luna en el mismo piso que ellos y todo el equipo. Lo siguiente fue tomar su maleta. Sacó bóxeres limpios, pantalones oscuros, una camiseta blanca y chaqueta jean. Metiéndose al baño se dio una ducha rápida y se vistió allí mismo, se cubrió la cabeza con un gorro y dejó las gafas oscuras colgando del cuello de su camiseta antes de sacar un suéter con capucha suyo de la bolsa para Luna.Tuvo la maleta hecha con todas sus cosas para cuando despertó a Luna. No quería dejar nada al
Sosteniendo sus caderas y alzando más su culo Dom embistió suave y profundo, más tarde rápido y duro. Adella sacudía su cabeza jadeante gritando su nombre, rogándole por más, gimiendo de placer mientras el gruñía y se inclinaba de vez en cuando para besarle la espalda. Su mente se puso en blanco cuando la sintió apretarlo y temblar debajo de él, corriéndose, y él solo pudo seguirla en el trayecto cayendo sobre ella.Seguía duro y buscó entre sus cuerpos el dildo en el trasero de Adella y la liberó de él.— Iré despacio —le prometió él quitándole a venda. Adella con los ojos adormilados asintió mirándolo de una forma que él jamás le había visto. Se estremeció conmocionado y no pudo evitar besarla. Algo se sentía diferente y eso le gustaba, aunque no sabía que era.Se irguió sobre sus rodillas y tomó el lubricante y lo untó en su mano para pasarlo por su miembro y luego por el estrecho aro del culo de Adella. Ya en posición con sus muslos tocándose la penetró con la punta y se
— Acuéstate en la cama —volvió a ordenar más duramente Domimic.Vulnerable por el conocimiento evitó su mirada mientras hacía lo que se le pedía.Dominic se sentó a su lado y ella en un impulso tomó su rostro y lo besó con una necesidad tan profunda y palpable que no percibió las verdaderas intenciones del hombre que la poseía con solo un beso.Dominic correspondiéndola la sujetó de las muñecas y las juntó por encima de su cabeza. Con una mano la sujetaba y con la otra pasaba una suave tela de seda aprisionándola.Cuando se dio cuenta de ello él se separó de sus labios con una media sonrisa.— Vamos a jugar por un buen rato, hermosa gatita… —susurró Dominic.— ¿Una gatita tendría mi cuerpo? —preguntó ella retóricamente alzando una ceja de manera provocativa.— Solo las perras —dijo con diversión — ¿Quieres ser mi perra? —susurró sobre su oído.— ¿Y que hace una perra? —preguntó ella abriendo más campo para él en su cuello para los beso
Último capítulo