Capítulo ciento quince. Algo se rompió

— — — — Narra Amy Carlson — — — —

Estaba temblando.

Aún tenía el teléfono en la mano, aunque la llamada se había cortado hacía minutos. Brad no volvió a responder. Y lo que escuché justo antes… ese sonido seco, como una explosión lejana, todavía retumbaba en mi pecho.

—¿Brad? — susurré, una vez más, sabiendo que nadie iba a contestar.

Estaba sola en la habitación, sentada en el borde de la cama. Milicent dormía en el cuarto de al lado, agotada tras lo del hospital. La enfermera que me habían asignado estaba abajo, preparando alguna infusión absurda que no iba a calmarme.

Los bebés se movieron.

Uno de ellos dio una patada fuerte, justo debajo de mis costillas. Cerré los ojos. Mi cuerpo me pedía calma, reposo, paz.

Pero mi alma estaba en llamas.

Volví a llamar. Una vez. Dos. Tres. El buzón de voz respondió en cada intento. No sabía si debía preocuparme más por su silencio… o por lo que podía significar.

Tomé una decisión.

—¡Milena! — llamé desde la