Capítulo ciento treinta y seis. Sangre en el apellido
— — — — — Narra Amy Carlson — — — — —
Podía sentir el aire denso a mi alrededor, como si la atmósfera se hubiese vuelto más pesada desde que Lucas Aramendi apareció. Su rostro no me resultaba completamente extraño. No era solo el parecido con Milicent, ni la forma de su mandíbula que recordaba a Brad en momentos de tensión… Era algo en sus ojos. Esa mezcla de dolor y rabia, de vacío y fuego, como si todo en su interior ardiera por algo que no le fue dado.
Después de que se fue, dejándonos esa amenaza velada como una bomba de tiempo, Brad me abrazó con fuerza, pero su mente ya estaba a kilómetros. Lo conozco. Lo vi retroceder en silencio a ese lugar oscuro donde se encierra cuando quiere protegerme, cuando se culpa de lo que no puede controlar.
Pero esta vez, ni siquiera él entendía del todo lo que estaba pasando. Y eso me daba más miedo que cualquier otra cosa.
La mañana avanzó como una película mal editada. Me obligué a comer alg