Capítulo ciento treinta y cinco. El rostro del enemigo
— — — — Narra Brad Lancaster — — — —
El rostro apareció por primera vez en una pantalla.
Eran las ocho de la mañana y apenas había probado el café cuando mi teléfono comenzó a vibrar sin parar. Llamadas, mensajes, notificaciones. Tomé el primero sin mirar siquiera el remitente.
—¡Brad, enciende la televisión! —gritó la voz de Milicent al otro lado—. ¡Canal cuatro, ahora!
Encendí el televisor de la cocina, con la sangre latiéndome en las sienes. La imagen llenó la pantalla: una rueda de prensa improvisada frente a un edificio de arquitectura antigua. Cámaras, micrófonos, tumulto.
Y al centro de todo, un hombre. Joven. Aproximadamente de mi edad. Alto, pómulos marcados, ojos oscuros y una expresión serena, casi ensayada. Vestía un traje gris claro, sin corbata, y hablaba con el aplomo de alguien que había esperado toda su vida por ese momento.
Y su voz…
—Mi nombre es Lucas Aramendi. Vengo a contarles una historia de abandono, ocul