Capítulo ciento once. El susurro entre sombras
— — — — Narra Amy Lancaster — — — —
Desperté con una punzada en el costado y la sensación inconfundible de que algo no estaba bien.
La lámpara del rincón seguía encendida, pero la habitación estaba vacía. Me incorporé con lentitud, frotándome el vientre con cuidado. Los bebés se movían poco, pero los sentía. Pequeños empujoncitos, como si quisieran tranquilizarme. O advertirme.
—Brad... —llamé en voz baja, pero no hubo respuesta.
Mi celular marcaba las 4:12 a.m. Demasiado temprano. Demasiado tarde para estar sola.
Me levanté. La alfombra estaba fría bajo mis pies. Fui hasta la ventana, abrí apenas un rincón de la cortina y miré hacia el jardín. Oscuro. Pero entonces lo vi: una figura en la esquina del patio. Inmóvil. Casi camuflada con la sombra del muro. No era Brad. Lo supe por la postura. Por la forma en que... miraba. Fija. Directa. Como si esperara que alguien lo notara.
Un escalofrío me recorrió la espalda. Retrocedí.
Tomé el teléfo