Capítulo ciento doce. La trampa bajo la luna.
— — — — Narra Brad Lancaster — — — —
No era solo miedo. Era ira. Fría. Metódica. Primitiva. Como si algo ancestral despertara en mí cuando vi ese móvil moverse en la habitación de nuestros hijos. No necesitaba huellas para saberlo: alguien había estado allí. Alguien cruzó nuestros límites, rompió la seguridad, tocó lo sagrado.
Y no iba a dejarlo impune.
Mientras Julian aseguraba el perímetro por tercera vez en menos de una hora, yo bajé al sótano. Lo había transformado en una pequeña fortaleza meses atrás, cuando empezamos a recibir amenazas más directas. Nunca había creído del todo que lo necesitaríamos. Pero aquí estábamos. A las 4:57 a.m., con mi esposa embarazada de trillizos, un enemigo invisible y la certeza de que el tiempo se nos agotaba.
Activé el panel de seguridad privado. Uno que ni siquiera Julian conocía del todo.
—Modo señuelo —murmuré.
Un clic suave. La corriente se desvió. Las cámaras falsas tomaron protagonismo mientras l