Cuando Aaron se apartó de mí, se tumbó boca arriba a mi lado en la cama, me quedé mirando sus preciosos ojos, sin poder creerme que ya éramos marido y mujer, que Aaron era ya mi esposo, sintiendo lo feliz que soy con él mientras mi marido me acuna entre sus brazos, descansando a su lado con mi cuerpo desnudo, latiendo todo mi sexo todavía por el placer que me habia dado, besandome Aaron con ternura, perdiendome yo en sus calidos besos y en sus abrazos.
— ¿Cómo te encuentras? — me preguntó Aaron, mientras me acariciaba la mejilla con sus dedos
— Estoy muy bien — le respondí con una sonrisa
Nos besamos y nos acariciamos durante unos minutos antes de que morfeo se adueñara de nosotros, quedandome yo dormida, mientras acariciaba con mi mano mi vientre y sonreía pensando en el momento adecuado de decirle a mi marido que íbamos a ser padres. A la mañana siguiente me desperté por los rayos de sol que entraban por la ventana que había en el dormitorio, sintiendo como mi marido se removía en