CAPITULO VEINTICUATRO

Mi cabeza daba vueltas, el hedor a humedad y hierbas se coló por mi nariz causando mi despertar inmediatamente. Al abrir los párpados, los muros de piedra desgastados fue lo primero que vi. Esto era parecido a un calabozo antiguo. Los barrotes eran nuevos, no cabía duda, pero las paredes junto con el lugar apestaban a viejo.

Levante mi cuerpo de donde estaba tumbado, camine alrededor en círculos sólo para detectar olores y darme una idea de donde estaba metida. No había nada más que bosques bañados del rocío, humedad en la tierra y paredes. Eso y el olor a cazador, la sangre seca impregnada en sus cuerpos me decía que había más de cinco docenas alrededor de este lugar. Quiz&aacu

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