Capítulo 20. Bésame
Los siguientes días fueron una verdadera tortura para Astrid. Cada intento que hacía para acercarse a Leviatán, terminaba alejándola más y más. Lo peor era que la herida no lograba secarse. Y él se resistía rotundamente a ir al hospital para tratarse.
—Esto no puede continuar así, Dylan —dijo, colocándole un nuevo parche. Estaban en la oficina.
—Si no quieres hacerte cargo de las curaciones, puedo pedirle a Connie que lo haga —refutó.
—Esto no tiene nada que ver con lo que quiero o no quiero, Dylan. Esa herida cada día se pone más y más fea. Casi terminaste desmayado luego de la reunión con los gerentes.
Leviatán gruñó cuando ella se apartó. Su calor lo mantenía tranquilo y sin dolor. ¿Cuánto tiempo más iba a soportarlo? ¿Estaba siendo tonto e irracional? ¿Cuánto tiempo llevaba sin alimentarse correctamente?
Sus colmillos se alargaron, respondiéndose y recordándole lo apremiante que era alimentarse antes de transformarse y perder el control sobre la imagen que proyectaba. No era Dylan