78. HACIA EL TEMPLO
BRINA
Era casi la medianoche y los centinelas acababan de pasar por su ronda. La sincronización debía ser perfecta.
Nuestros mates no volverían en varias horas, así que si queríamos escabullirnos hacia el templo sin levantar sospechas, este era el momento.
Yo no nací para quedarme mirando desde la barrera.
Puede que no sea tan fuerte como Clark —al menos no físicamente— pero soy una Beta.
Y si hay algo que un Beta no soporta... es sentirse inútil.
Además, Lyra es mi amiga, la Luna Suprema. No iba a dejarla ir sola.
El plan era sencillo, demasiado sencillo para lo que estábamos por hacer. Pero ya había convencido a Rosa de ayudarnos, y eso nos daba una ventaja enorme. Ella abriría y cerraría la puerta a nuestra salida sin hacer ruido. No podíamos arriesgarnos a saltar desde el balcón, no si queríamos volver sin ser detectadas. Eso habría sido una locura.
Tomamos nuestra forma lobuna, suprimimos el olor —bendita habilidad de camuflaje cazador— y comenzamos a correr, ágiles y silenciosas