41. EL PELIGRO DESPUÉS DEL BRINDIS
La luna llena se alzaba en lo alto, su luz tan clara que parecía un velo plateado cubriendo todo el jardín como si fuera una buena premonición. Bajo su brillo, las flores blancas parecían resplandecer, y las telas vaporosas que decoraban los arcos danzaban suavemente con la brisa nocturna. El aroma de pétalos frescos y hierbas perfumadas flotando en el aire, tejía una melodía tranquila, casi reverente.
Nos tomamos de la mano con un pulso firme. Sentí el calor de su piel, su energía, y a través de ella su promesa de protección y amor eterno. Frente a nosotros, el círculo sagrado formado por nuestros invitados: la madre manada, los representantes de los clanes aliados, los ancianos del consejo, los representantes de los pueblos, e incluso aquel anciano que había bendecido mi unión con su nieto recuperado.
Todos nos observaban con respeto, testigos de algo más grande que un simple matrimonio: el renacer de una nueva era para nuestra gente. Al menos eso dicen los ancianos que somos. Esta