40. HACIA EL ALTAR
Hoy es el gran día.
Apenas abro los ojos, siento que el corazón me late con una fuerza imposible de contener. ¡Hoy es el día de mi boda! Todo ha pasado tan deprisa que por momentos parece un sueño, pero me he pellizcado ya un par de veces: esto es real. El dolor, la angustia, la emoción, la alegría y la pasión de estos últimos meses… todo ha sido real, y he decidido aceptarlo, abrazarlo, con la valentía que ahora me pertenece.
Hoy, Zayden se convertirá oficialmente en mi compañero, en mi vida entera, y me llena de una felicidad tan intensa que me desborda. Hoy será un día hecho solo de dicha.
Me incorporé en la cama, estirando los brazos con suavidad. El recuerdo de haber dormido durante tanto tiempo aún me pesaba en los músculos, pero hoy ni el cansancio ni los últimos rastros de debilidad podrían robarme esta alegría.
La boda se pospuso apenas veinticuatro horas, para darme tiempo de recuperarme. Fue un gesto lleno de consideración, y me permitió llegar aquí sin sentirme desbordada