50. PERSECUCIÓN
Estuvimos en el lugar y en el momento indicado. Había tres ostentosos y relucientes vehículos aproximándose en caravana. Eso indica que vienen de cerca. Mis hombres vigilaron desde lejos su llegada, posicionados con la precisión de un cazador, atentos a cualquier posible emboscada. No podía permitirme un solo error.
Cade no estaba allí, y ese detalle hizo que la furia me quemara la garganta como ácido. Delegó. El muy cobarde delegó el trabajo.
No reconocí al contacto principal que se bajó del primer coche. Solo pude apreciar el rostro conocido de Fausto, uno de mis juguetes de tortura de ayer, quien estoy seguro no se atrevería a traicionarme. Él es el contacto principal que aquel otro grupo esperaba encontrar, así que debía dárselo.
Clark y yo nos mantuvimos al margen, en la sombra, observando milimétricamente el intercambio. Era demasiado pronto para revelar nuestras cartas. Un portafolio metálico cambió de manos, y el tipo al que se lo entregaron lo abrió con parsimonia. Levantó el