Caleb Colgó la llamada quedándose con las manos temblando del pánico que le produjo aquella llamada repentina en medio de la masacre y entre la algarabía de coronarse como el nuevo jefe del cartel.
Con el peso de la noticia, su mirada cambio y su pensamiento estaba debatiéndose entre lo que debía hacer y lo que quería hacer esa noche.
Mostrando un lado fuerte, se hizo notar ante los nuevos súbditos, Subiendo a uno de los autos aun pensado que hacer. Con paso decidido El Turco, que lo había mirado con respeto desde el comienzo, se acercó en ese instante y clavó en él su mirada curtida.
—¿Todo bien? —preguntó el hombre con la voz áspera que siempre parecía medir la verdad.
Caleb apretó los dientes, la emoción contenida en los ojos, la rabia y la ternura mezcladas en su garganta. Extendió el arma hacia el Turco no en forma de amenaza, sino como símbolo y con voz seca dijo lentamente, echo pedazos por dentro pero firme en la declaración: —Desde hoy seremos socios muy cercanos. Pero tambié