Capítulo 34

Sin previo aviso, Julius toma mi rostro entre sus manos con cierta ternura, me mira con firmeza y niega.

—¡Jamás!—me asegura sin apartar la mirada de mí. El calor de sus labios roza los míos, es como un aroma embriagante que me invita a probarlo, pero un leve sonido me obliga regresar a la realidad. Parece el sonido de una puerta al ser cerrada.

Me aparto ligeramente de Julius y trato de observar mi entorno, no hay nadie, al menos no aquí, sino que más bien parece provenir de un pasillo, que no dudo lleve a alguna otra parte de la iglesia, quizás las oficinas.

—¿Que fue eso?—me atrevo a preguntarle a Julius, a diferencia de mí, él no parece estar nervioso. ¿Acaso vino con alguien más?

—Es el sacerdote—asegura, pero no me parece normal, él no suele estar aquí tan tarde, de hecho nadie.

—¿Por qué esta aquí?—insisto. Lo único que puedo pensar, es que tal vez pidió que abriera la iglesia para nosotros, para que pudiéramos hablar sin que nadie nos interrumpiera y claro, sin ponernos en pel
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